••5•• Pelea

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El día avanzaba, el arreglo de mi madre ya estaba puesto sobre la mesa del recibidor para que en cuanto llegara lo viera de inmediato. Rosas blancas como a ella le encantan.
Eran si a caso las 11 a.m cuando mi familia entró por la puerta, venían muy emocionados a abrazarme, y esa calidez era la que justamente me hacía  falta para los nervios del gran día.
La bienvenida de todos me reanimo, me sentía un poco cansado ya que casi no había dormido, pero el día tenía que continuar con naturalidad.
Mientras tanto, mi mente solo estaba enfocada en impresionar a mi padre y a mi tío, quien por supuesto no podía perderse este gran inicio.

El día se me fue hora tras hora perfeccionando los últimos detalles, me estaba volviendo loco entre tantas llamadas y solicitudes de inspección que fácilmente puedo decir que recorrí el restaurante más de 20 veces, inspeccionado cocina, comedores, baños, jardín y decoración por todos lados. No voy a minimizar la gran ayuda de mi equipo y de mi familia, definitivamente me ayudaron demasiado, pero el peso del cargo nadie podía liberármelo, después de todo, era mi proyecto.
Las cosas comenzaron a fluir de mejor manera y más relajado, la gente e invitados empezaron a llegar, la familia Marín no fue la excepción, pero venían acompañados de la familia McCarthy. Ver a Peter en mi gran día de cierta forma me agobiaba, pues traía de mano a Sara, sin dejar de lado que Katie estaría de mi acompañante esta noche.
Preferí no darle peso de importancia y me acerqué a saludar con cordialidad a todos, como si nada me afectara, la noche era mía. 
Katie llegó y fue una excelente compañía, traía un vestido largo de color negro abierto de la pierna, un escote discreto y un maquillaje sencillo, sentía la mirada de Peter y Sara al bailar con ella, pero realmente estaba disfrutando el momento, hasta que el momento de el corte del listón llegó, varios comunicadores estaban recibidos también para documentar el proceso.

— Hoy se abre una nueva etapa para muchos de los presentes que han puesto su granito de arena en el proyecto del señor Diego Mayer, y por eso mismo queremos hacerlo de la mano de la mejor bendición que es la de Dios, le damos gracias por permitirnos estar esta noche todos aquí reunidos en celebración y como apoyo, brindando nuestra fe a este nuevo emprendimiento— decía el padre mientras una mirada pesada me perseguía desde el otro lado, la cual pude detectar de inmediato al ver quién estaba parado justo enfrente, Peter McCarthy...
Sabía perfectamente que no le caía bien, mucho menos al saber que mi acompañante era Katie, y por obvias razones yo tampoco lo tragaba. Era como sin hablarnos y con solo miradas nos dijéramos de todo.

—Con esto doy por finalizado mi bendición, puede proceder al corte de listón— dijo el padre para darnos el pase a mi y a mi padre y realizar el corte del listón, al hacerlo, gritos y aplausos se escucharon, celebrando así la apertura del restaurante. Abrazos y felicitaciones llovían de lado a lado, pero por alguna razón cuando Sara se acercó a darme la mano para felicitarme, algo extraño sentí en mi estomago que a la vez me recorría esa sensación por el cuerpo y también se centraba en mi corazón haciéndolo latir más rápido. Aún que intentará bloquear el sentimiento, por alguna razón persistiría ahí de una manera extraña. Me estaba enamorando yo solo y no podía permitir eso.
—Muchas felicidades, te deseo mucho éxito— comentó para apartarse dándole paso a Katie quien me dio un abrazo muy emocionante, pude ver la cara de Sara en sorpresa y se alejó aún más.

Toda la noche degustamos los platillos estrella del restaurante y tomamos algunas botellas, las críticas eran buenas así que podría decirse que tenía futuro en la zona.

La noche terminó y todos nos fuimos a descansar, pues al día siguiente comenzaba la vida laboral de verdad.

Me costó trabajo despertar, miré a toda mi familia dormir en excepción de mi padre, quien me acompañaría durante esta semana como seguimiento.
Fue un poco pesada, he de admitir, pero las cosas tenía que seguir de acuerdo al plan.
Los días se fueron volando, el trabajo había ocupado mi cabeza de tal forma que a penas y recordaba cepillarme los dientes, pues los medios de comunicación daban una buena publicidad a mi negocio y personas de pueblos vecinos venían a probar platillos, sé corrió la voz a otros pueblos y así sucesivamente, lo cual estaba dando frutos en tan poco tiempo, convirtiéndose en un negocio altamente potencial.
Un cheque apareció en mi escritorio, era uno que había firmado hace tres días esperando dárselo al señor Marín por sus refill de botellas de vino hace una semana atrás, sin embargo no había podido hacerlo por los motivos antes mencionados.
Marqué a su número esperando respuesta pero no tomo la llamada, se desviaba de forma inmediata.

—Jade, voy a salir, en una hora regreso, cualquier cosa me puedes hacer saber en llamada, por favor— dije a mi asistente
—Si señor, no se preocupe— contestó

Salí del restaurante y me dirigí a la casa del señor Marín, pues tenía que darle ese cheque ya que me tenía con el pendiente y el hecho de deber cosas me ponía bajo estrés.
Al llegar bajé del auto después de parquearme frente a la casa de los Marín y antes de poder tocar el timbre me percaté de ruidos y gritos, los cuales me pusieron alerta y entré sin permiso, quedando frente a una escena que jamás me hubiera imaginado. Sara Marín se encontraba acorralada contra la pared mientras Peter McCarthy forcejeaba con ella dominándola de sus muñecas, Sara se veía asustada y con sus ojos y mejillas humedecidas, pero los dos al verme intentaron integrar postura.

— Sara, ¿estas bien?— pregunté preocupado, pues tal situación me ponía los pelos de punta de coraje.
—¡Vete!— le ordenó furiosa mirándole a los ojos

El con furia me miró y salió rosando mi hombro rempujandome un poco hacia atrás, lo cual no le tomé tanta importancia, pues mi atención estaba centrada en aquella mujer que trataba de controlar su llanto por mi presencia, frenando sus sentimientos pero sin éxito alguno.
Sin saber que hacer exactamente me acerqué despacio.

—¿Qué haces aquí?— me preguntó de una forma despectiva. Lo entendía.
—¿Estas bien?— pregunté con preocupación, pero no obtuve respuesta alguna.
Verla así me afligía el corazón.
—¿Te hizo daño, Sara?— ella apretaba sus labios y sus lágrimas brotaban sin cesar de sus ojos, sus brazos escondidos detrás de su su cuerpo, no me veía a la cara.
Tomé su mentón y la giré hacia mi, su pómulo se veía amoratado. Y en ese momento su llanto se manifestó con lamentos.
Mi mandíbula se tensó en coraje  al imaginar que aquel tipo le había ocasionado el morete de su rostro.
—¿El te lo hizo?— pregunté, a lo cual ella solo asintió con la cabeza y me abrazó. Era como una niña pequeña, podía sentir que su corazón se rompía, y con el, el mío también. No resisto ver a nadie llorar, nunca me ha gustado.
La tomé entre mis brazos hasta que cesara su llanto, el cual duró un rato. Lo entendía.

—Realmente fue un accidente por forcejear, yo se que no lo hizo con la intención de hacerlo, pero me duele que haya pasado, todo por un arranque de celos— expuso sincerándose conmigo.
—Desconozco los motivos y tu relación, pero cualquier cosa que quieras hablar estoy para escucharte, tienes un amigo en mi si así lo deseas, Sara, eres una persona muy linda, si te soy sincero no deberías de pasar por algo así, mucho menos a este grado, sea intencionado o no, fue un golpe— contesté.
Ella me miró y comenzó a llorar haciendo pucheros de nuevo, y la abracé.

Siendo sincero esta forma no era la que yo esperaba al tener un acercamiento con ella, era una situación que me sobrepasaba y lo peor es que no tenía ni un solo derecho a decir o hacer algo al respecto. Solo callar, escuchar y apoyar, es lo mejor que puedes hacer en situaciones como estas.

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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