Te pillé

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El domingo por la mañana Maxon y yo nos despertamos al mismo tiempo por primera vez en nuestra historia. Ambos nos miramos y pensamos lo mismo. No tiene que decírmelo, lo siento por todo mi cuerpo, paz. Casi empiezo a creer que todo estará bien después de todo, así que me preparo para decirle quién soy en un par de semanas cuando nuestro "soporte platónico" pase a ponerlo un poco morado.

Durante el desayuno hablamos de todo. Por primera vez le cuento cómo ha sido mi vida en los pocos años que tengo y cómo fui señalada como la "seduce profesores" en la universidad, lo cual me dificultó mucho las cosas. Le cuento sobre mi relación con mis padres y mi hermano, y también un poco de mis planes a futuro, cómo quiero hacerme conocer por mi trabajo y luego abrir mi propia empresa. Todo el rato Maxon me escucha y me mira con adoración. Sentí que las palabras "Te amo" se me escapaban más de una vez. Entonces decido rendirme por completo a mis sentimientos y ponerme una fecha límite para mis mentiras. Pienso que, si en realidad me ama, lo entenderá. Sin embargo, para esto tengo que hablar con mis padres y preguntarles qué pasó realmente esa noche, cuando Maxon era apenas un adolescente.

Después, por la tarde, me dijo que tenía trabajo que hacer, a lo que muy gustosa me ofrecí a ayudar. Ambos trabajamos juntos por un par de horas; Maxon me daba información sobre algunos temas, los leía y luego me preguntaba mi opinión profesional.

—Por último, esto. ¿Qué opinas de este edificio? —Me pasa la información con planos incluidos y el precio.

—¿Otra casa? Oh, ¿necesitamos más oficinas? —pregunto un poco curiosa. El edificio que me muestra tiene 50 pisos de puro espacio laboral.

—No, pero otra compañía quiere comprarlo y tener poder sobre las empresas que ya están ahí. Tengo tiempo comprando todo lo que ellos quieren, pero aún no logro que se muden fuera de Manhattan.

Y ahí está, Maxon la Bestia de los negocios, acaparando toda Manhattan hasta ganar su monopolio. Había escuchado muchas historias de él, pero el verlo así, tan decidido y dominante, me pone a mil, de la misma manera que a él lo pone que yo le hable fuerte. Su bestialidad con los negocios me ponen a mí gateando hacía él.

Termino de leer la información.

—No soy asesora de compras de este tipo, pero no veo por qué no. Aquí dice que el edificio es nuevo, de modo que la zona posiblemente se revalorizará en un par de años y siempre tendrás espacio extra por si quieres expansión de New Knox.

Sonríe como si eso fuera lo que quería escuchar.

—Como siempre, es muy estimulante hablar contigo, Ava —me dice antes de darme un beso. Luego vuelve a enfocar su vista en su escritorio.

Finjo que leo algo en mi teléfono, pero la verdad es que lo estoy observando de costado mientras me permito fantasear con una vida donde siempre me sienta así de plena, escuchada y valorada.

No obstante, cuando el lunes llega y la realidad cae de vuelta, me siento aplastada por la vida.

—Déjame en la esquina de la oficina. No quiero que me vean saliendo de tu auto —le digo a Maxon.

El chofer lo mira por el retrovisor y él asiente.

—Sabes que esto es ridículo, ¿no? A nadie le importará que lleguemos juntos. —Me observa.

—A mí me importa. No quiero que empiecen a creer que tengo el puesto porque me follo al jefe —replico.

—No debería importarte si al jefe no le importa ser follado. —Se acerca a mí y me da un beso en la comisura.

—Ummm —finjo que pienso—, tentador, pero no. Quiero que me conozcan por mi ingenio, no por mi vida sexual. —Le doy un beso de vuelta.

Frank hace lo posible por estacionarse y me deja cerca de la acera. Me bajo de un salto y camino lo que queda de la calle hasta el edificio. Me veo en el vidrio reflejado y me gusta cómo me queda el vestido ejecutivo que me compró Maxon para hoy. Entro; lo primero que veo es a Hugo esperando por el elevador. Le sonrío falsamente.

EL Hermano De Mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora