-22- Acuerdos

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[JAZMÍN]

Es muy difícil vivir pared a pared con él y no querer golpear su puerta para decirle hola, y en cambio enviarle un mensaje de texto como lo estoy haciendo ahora.

Jazmín: Que tengas un bonito domingo.

Envió el mensaje y casi de manera automática, recibo su respuesta.

Santiago: Tú también guapa, estoy en casa de mis padres ¿quieres venir a la parrillada?

«Realmente me encantaría, pero no creo que sea correcto ahora.» Pienso y me convenzo para decirle que no.

Jazmín: No puedo, estoy preparando las cosas para comenzar a trabajar mañana.

La respuesta me duele hasta a mi...

Santiago: De acuerdo...Muero de ganas de verte ¿puedo pasar cuando regrese?

«Y si, aquí estoy mirando la pantalla de mi móvil como una idiota...»

Jazmín: Claro, ¿vemos una película?

Definitivamente me desconozco ¿una película?

Santiago: Me encanta la idea. En un par de horas estoy allí.

Jazmín: Te espero, mientras termino de organizar todo aquí.

Santiago: Perfecto. Un beso (donde tu gustes) preciosa.

«¿Un beso donde yo guste? Ay, Santiago... ¿Por qué me haces esto?» Me cuestiono e intento no ponerme más nerviosa de lo que ya estoy.

Jazmín: Pensare donde quiero ese beso... uno para ti (también donde gustes).

Sonrió apenas envió la respuesta y al ver que esta escribiendo, me muerdo los labios.

Santiago: Sabes perfectamente donde lo quiero.

Con solo leer sus palabras me pongo nerviosa. Es increíble que siga teniendo el mismo poder en mí tal como lo tenía cuando estábamos juntos. Empiezo a creer eso de que el amor verdadero es tan solo el primero. Ha sido cuestión de volver a verlo para darme cuenta de que los demás y por cierto, muy pocos amores que he tenido han sido solo intentos fallidos para olvidarlo. Intento quitar de mi mente todos estos pensamientos y comienzo a organizar todo para mañana y luego ordeno un poco el desorden que tengo en el departamento.

[...]

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero escucho que golpean la puerta y cuando voy a abrir, allí está él con un pote de helado en su mano —Hola Jaz.— Saluda sonriente.

—Hola, pasa... no me has dado tiempo ni a cambiarme.— Le digo ya que aun llevo un pantalón corto y una camiseta suelta puesta.

—Te ves perfecta— Pronuncia de una manera peculiar.

—Gracias... ¡¿trajiste helado?!— Cuestiono emocionada mientras tomo el embace.

—Si, y adivina de que sabor— Me dice con una enorme sonrisa en su rostro.

—No me digas que...— Trato de preguntas, pero no puedo ni concluir la frase.

—Chocolate blanco y amaretto...— Termina de decir.

No puedo creer que aun recuerde esto. —¿Aun lo recuerdas?— Le pregunto sorprendida.

—Si, además, se han convertido en mis favoritos también. Después de que me volvieras loco cuatro meses comprándotelo...— Dice y siento esa mezcla de alegría y tristeza en su voz.

—Lo sé, era el único antojo que me había dado cuando estaba embarazada...— Concluyo y el ambiente ha cambiado por completo.

—Lo siento no debí de haber mencionado eso...— Se disculpa acercándose a mí.

Por Verte Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora