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"La vida es tan incierta, que la felicidad debe aprovecharse en el momento en el que se presenta."

-Alejandro Dumas

El sonido de los pasos del mesero alerta a el alfa, sostiene las bebidas y comienza a saborear de la suya

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El sonido de los pasos del mesero alerta a el alfa, sostiene las bebidas y comienza a saborear de la suya. El chico el cual pensó que estaría inconsciente y en celo recompone su postura y se sienta firmemente sobre Lev. La respiración alcoholizada del omega sale a la luz cuando empieza a hablar.

—Eres guapo eh.

La sonrisa ladina del alfa se asoma en sus labios ante el halago. El omega frunce el ceño y se mueve hacia las bebidas frente a él causando que su cabello rojizo rozara en la mandíbula del mayor.

—¿Me vas a invitar un trago? —el alfa lo mira extraño. El omega se miraba demasiado ebrio y seguía pidiendo alcohol a pesar de que sus feromonas lo notaban en celo. Lev cuestionaba la autoseguridad del niñato en su regazo, es decir, como alfa se le hacía muy difícil contenerse antes tales embriagadoras feromonas y ponerle una mano encima sin embargo, no se podía imaginar si otro alfa fuera el que estuviera en su lugar.

—Adelante —con voz retadora y mirada juguetona responde.

Para mayor sorpresa el chico tomó la bebida que se suponía era para la beta de un trago, se levanta energizado pero se tambalea con sus pequeños pies en el acto. El alfa asiente, comenzaba a divertirse con la actitud libertina del omega.

—Llévame a casa grandote— el omega ordena sin pena.

Lev mira el muslo ajeno y se da cuenta de lo apretado que el traje tenía al omega, el pelirrojo solo frotaba sus piernas ante lo caliente que se encontraba. La seriedad del alfa ocultaba los pensamientos obscenos que tenía en mente ante la imagen irremplazable frente a él.

El omega mira la mandíbula de Lev y se deleita al ver como su garganta se mueve, el sonido de la música aturde sus sentidos y un golpe de ebriedad aterriza en su mente removiéndolo de la situación. La esencia del alfa no ayuda en nada, a pesar de que este no ha dicho más de dos palabras sabe que para un alfa no es fácil esta situación, sin embargo su lobo aullaba por mantenerse al lado de aquel hombre.

La orden rígida del alfa llamando al mesero hace que un puchero se forme en los labios del pelirrojo.

Lev preguntó si conocían al chico aunque desafortunadamente le respondieron con un no, le contaron que era la primera vez que veían a aquel omega. El menor, según los empleados, había llegado de dos acompañantes pero lo dejaron solo y ebrio.

Lev sonrió, en su mente se plasmó el pensamiento de que era un alfa desbordante de bondad. Con cuidado de no provocar más al omega comenzó a arroparlo con su chaqueta, buscó entre sus pertenencias su celular o billetera para tener un indicio de la dirección de su casa.

—¿Dónde vives? —cuestiona el alfa mientras sigue buscando algún indicio de la identidad del omega. El omega solo movió su cabeza negando, y se sentó mirando directo a los ojos del alfa. Sus ojos grises hipnotizaron a Lev, una mirada atisba de sed. El pelirrojo cambia la dirección de su mirada y le arrebata su celular al alfa.

DusháDonde viven las historias. Descúbrelo ahora