Obsesión a primera vista

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Mi vida era lo que llamaría una rutina, de lunes a domingo, del día a la noche. Cuando el sol salía yo me sentaba en mi balcón lleno de bellísimas flores, tomaba un poco de té y despues volvía a la cama. Después al pasar la tarde, iría a mi trabajo, detrás de un pequeño escritorio en una mediana empresa.

El día no parecía cambiar, mi té estaba ya, un poco frío. Mis pies descalzos sentían lo duro y helado del suelo. Estaba a punto de entrar, cuando lo vi.

Mi estómago experimento cosquillas de inmediato, mi respiración se dificultó, el calor incrementó... Parecía como si me fuese a desmayar.
Un joven alto, aperlado de unos 25 años caminaba entre las mesas de aquella atolondrada plaza, aquella misma donde cientos de personas iban y venian frente a mi balcón sin prestar atención, él vestía unos jeans y converse rojos, su piel brillaba junto con su perfecta sonrisa y mi corazón pedía ir más lento.
Se sentó con tres amigos en una mesa del café que yo tanto odiaba, a metros de donde yo me encontraba. Me acerque a los maceteros que bardeaban con simetría mi jardín mágico, sentía qué, con cada paso que daba podría escuchar su voz, sentir su olor, imaginar su tacto. Aunque nada de eso ocurrió. Y ahí estaba yo, en el límite del balcón, con los pies en punta, intentando mirar hacia abajo sin caer.

Dos ojos me miraron y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. ¿De toda aquella gente, porque me miró él? ¿acaso lee mis pensamientos? Me resbale como una tonta, escondiendome detrás de mis macetas, apoyando mi espalda contra en suelo. Mi cara ardía, pude sentirlo cuando toqué mis mejillas, estaban cálidas, a pesar de que el día era fresco.

Tampoco pude evitar sentir aquel líquido fluir entre mis piernas, una lubricación natural. Acostada boca arriba, con el sonido de la ciudad abajo de mi, sentí vergüenza y también algo de atrevimiento. Sabía que nadie podría verme, sabía que a nadie le importaria y sabía que lo necesitaba.

Cerré los ojos, bajé mis manos arrastrando con ellas una onda de calor hacia mi abdomen, subí  un poco mi blusa, me sentia en verdad muy caliente y sumergi mi índice entre mis labios.

Sus ojos de color miel, su boca pequeña y sus manos se vinieron a mi mente.
Meneaba mis caderas, arqueandome sin voluntad mientras mi mano seguía un ritmo lento pero firme.

Las imágenes que el cerebro me obsequió, aquellas que aluciné, el sobre mí, sus besos en mi cuello, su piel fundiendose con la mia. Y sus manos...

Mi respiración era entrecortada de poco en poco lanzaba silenciosos gemidos, mis piernas se cerraban y mis pies intetaban aferrarse al suelo.

Introduje el siguiente dedo, y mis ojos se abrieron, no podia evitarlo, mi cuerpo subía y no podia dejar de pensar en él.

Pronto no pude más, mis dedos no eran suficientes para esta pasión que mi cuerpo exigía.

Desconsolada, me detuve, respire tantas veces hasta que mi temperatura se normalizo y mis jadeos cesaron.

Fui hacia la ducha... no podía hacer nada mas que soñar con que yo ser suya.

Loca por ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora