Mi rutina... su rutina

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Entonces comencé a cambiar mi rutina. Compre tarros de café, y un compañero que me ayudaría a sentirme completa.
Su grosor era normal pero su textura era lo que me volvía loca.

Era un nuevo día en mi nueva rutina, despertaba temprano, bebía una taza de café y volvía a la cama.
Pero no dormía y mucho menos me sentía sola.
Abrí mis piernas, ya preparadas para el acto, masajeaba mi entrepierna y poco a poco mi ropa desaparecía. Hasta que el calor crecía tanto que decidí ponerlo en marcha.
Mi nuevo juguete no era precisamente una muñeca, pero me ayudaría a llevarme a otros niveles.
Encendí su modo lento, comenzó a vibrar, lo puse arriba de mis labios vaginales y enseguida una corriente paso por mi cuerpo, levantando mis pezones.
Le presente su nueva zona de juego y aunque sentía culpa, meti poco a poco su punta, mi cabeza miro al techo de nuevo mis piernas intentaban cerrarse. Solo podia escuchar el sonido al vibrar dentro de mi.
Hice un esfuerzo y metí un poco más a mi amigo. Mis manos comenzaban a ponerse indecisas sobre si sacarlo o no.
Mordi mis labios como una valiente, resistiendo el dolor que causaba, aunque pronto el placer era mayor.

Incremente su potencia, y me quede quieta. Acostumbrandome al movimiento que se generaba.
Mis labios se abrieron dejando pasar un grito ahogado. Mientras que mas abajo, sentía como un hilo humedo traspasaba de entre mis piernas. Mi mente de nuevo me hundió en aquellos pensamientos perversos.
Solo él y yo.

No podía parar de gemir, ni de moverme al ritmo, metía y sacaba al intruso de mí, en movimientos casi desesperados.
Actuive la máxima potencia, mi boca se abrió sin producir ningún sonido. Subí la parte de mis caderas  aunque sentia qur mis pies no podrían sostenerme por mucho tiempo. Era como si tuviera un ataque de convulsiones. Aunque por dentro sentía el mismo infierno arder pero con mucho placer.

Tomé mi juguete con ambas manos, soñando despierta con que fuera su miembro dentro de mi. Pidiendo más, con la esperanza de que pudiera escucharme y responder a mi súplica.

Me dejé caer en la cama, sin poder respirar, sin mantener algún pensamiento cuerdo. Cerré los ojos viendo su rostro sonreirme.

Tiene que ser mío, pensé.

Loca por ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora