Placeres Prohibidos

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Deje que se acercara, su nariz comenzó a olfatearme los pies, después lamió mi rodilla derecha, algo que me hizo suspirar.
Estaba recién bañada, desnuda, semimojada delante de aquel perro. Trate de contener mis pensamientos, pero mi cuerpo era quien me traicionaba...
El hecho era que la parte inferior de mi cuerpo me pedía volver a sentir esa sensación de su lengua en mi piel.
Comencé a acariciar su cabeza que quedaba a escasos centímetros de mi vagina, me sentía tonta.
Me arrodille en el suelo, apoyándome en mis brazos con la cabeza hacia arriba, cerré mis ojos, ya que si yo no lo veia, no estaba pasando nada...

En un segundo mi cuerpo se volvió demasiado débil, mi lumbral de placer era tan escaso, tan inexperto, no había antes sentido tanto.
Mi mente ordenaba a mis brazos seguir extendidos, dejando que su lengua siguiera entrando, tomando todos mis fluidos, su nariz fría rosaba con la flor de mi ser, mi clítoris. En segundos me encontre totalmente tumbada en el suelo, con el animal completamente endemoniado con mi olor y mis manos pedían piedad, unos segundos para descansar, pero era tan fuerte su instinto el hacerme suya, que no podia ni queria apartarlo de aquella zona.

Duró menos de 10 minutos aquel encuentro, cuando sentí que poco a poco iba quedandome algo seca, y pronto su nariz iba bajando hasta llegar al final de mis nalgas.
En un segundo entendi lo que podria pasar, me incorpore, y me di media vuelta.
Quedando a su total merced.
Rápidamente olfateo mi ano, probando con su lengua el borde, apoye mi cabeza al suelo y subí a su altura mis nalgas.
Mis manos fueron a mi vagina ya atendida y empezaron a masajearla.
Pero pronto aquello sobrepasaría mi mente.

Volví a levantarme y entre a la ducha por horas.

Loca por ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora