Capítulo 38

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LISA

Sin salir de su asombro y con las piernas temblando, Lisa siguió a Dylan a un lugar más apartado. Se sentaron uno al lado del otro en un banco del cementerio.

—¿Pero cómo...? —logró decir ella.

Dylan agarró su mano. Sus suaves dedos recorrieron la yema de los de Lisa. Lisa seguía sin poder dar cuenta de lo que estaba sucediendo. Volvió a pensar que estaba enloqueciendo. De todas formas, si eso era una especie de limbo al que había entrado, y Dylan todavía estaba ahí con ella, no le molestaría tanto quedarse para siempre.

—Es complicado, pero es real —dijo Dylan. Lisa, finalmente, se animó a mirarlo a los ojos.

—Es que no puedes estar vivo...

—Lo estoy y a la vez no —explicó él—. Ese es el estado de mi existencia desde que tengo memoria, e incluso antes también.

—¿Pero qué dices? No entiendo... si tú estás aquí... ¿quién está allá? —Señaló el cajón que acababan de dejar a medio enterrar.

—Ah, eso... un favor que le tuve que pedir a un amigo mío, no tienes de qué preocuparte.

Lisa carraspeó. Tenía la garganta y los ojos secos, quizás de todo lo que había llorado, quizás del asombro, quizás de las últimas enloquecidas horas que había pasado.

—Es que necesito... necesito entender.

—Lo sé —asintió Dylan, acariciándole la mano—, y te lo explicaré todo, pero debes darme tiempo y tener paciencia. Pronto entenderás algunas cosas. Otras, quizás, no las entiendas nunca. Lisa... la historia que ya entiendo...

—¿Qué... historia?

—Mi historia. Yo, mi tránsito por el mundo. Hace años, incluso antes de que tú nacieras, había un hombre. Ese hombre se enamoró profundamente de una mujer. Era el amor de su vida, se casaron y prometieron estar juntos. Como dicen los votos: "hasta que la muerte los separe".

Lisa miró a Dylan atónita, porque no entendía qué tenía que ver eso con su novio a quien creía, hasta hace pocos minutos, muerto. Sin embargo, decidió esperar tal como él le había pedido. De todos modos, no tenía apuro y logró apaciguar lo ansiosa que le ponía la situación.

—Resulta que la muerte los separó antes de tiempo, o al menos antes de lo que hubieran querido. Cuando uno está enamorado... aunque pasen meses, semanas y años, el tiempo compartido se siente como insuficiente. Entonces, ese hombre fue convertido en un ángel celestial. Eso es lo que soy.

Lisa miró a Dylan, imantada, lo escuchaba como un niño oyendo un cuento de hadas antes de dormir. Sentía como si un ángel estuviera susurrandole al oído una historia de amor.

Un ángel. Dylan era un ángel y recién ahora se enteraba. Por más que el relato era suave y claro, a Lisa le surgían un sinfín de preguntas.

—¿Ángel celestial? ¿Así que por eso no moriste del todo y te transformaste?

Lisa siempre supo que Dylan no era una persona común y corriente, pero nunca había imaginado que eso tenía que ver con alguna existencia angelical, o algo por el estilo. Sin embargo, haciendo memoria, ahora todo tenía sentido. Con nadie se había sentido igual que con Dylan.

Dylan continuó explicando al detalle. Comenzó por explicar qué era un Celestial: un ángel enviado a la tierra para crear conexiones. Luego le contó sobre su misión, es decir, por qué fue al complejo e insistió en conocerla, en socializar con Keanu y Nitty: para ayudarlos y que cada uno de ellos se juntara con la persona con la que debía estar por destino. También le contó todo lo que sabía sobre Scott: que su maldad y toxicidad habían estado interviniendo en las conexiones destinadas y que su objetivo siempre fue apartarlo del camino.

Lisa escuchaba atentamente, todo era muy extraño y sobrenatural, pero a la vez tenía sentido. Lo vio como un... salvador. Después de todas las experiencias vividas, creía todo lo que salía de sus labios y estaba agradecida.

Cayó la tarde a medida que seguían las explicaciones. Lisa ya había aclarado muchas de sus dudas y Dylan había respondido con total amabilidad y sinceridad. Sin embargo, había una duda que tenía desde el primer momento en que lo vio en el cementerio, así que se lo preguntó:

—¿Te quedarás conmigo?

La cara de Dylan cambió al escuchar la pregunta. No se transformó en otra persona ni hizo nada sobrenatural, pero pareció como si se hubiese apagado y toda la alegría y vida desapareciera de sus facciones.

Se notaba que le dolía la respuesta que tenía que dar. Le dolía tener que romperle el corazón a Lisa con un golpe de sinceridad.

Dylan, tomó aire y respondió de una vez. Lo hizo con la misma calma, pero se notó cierta aflicción en su tono:

—No, no me quedaré. No puedo. Lamento que tenga que ser así... Lisa, gracias a ti recordé lo que es el amor, sentirme enamorado y querer darlo todo por alguien, pero...

Lisa creyó que todo lo que había llorado en el falso entierro la había dejado sin lágrimas, pero eso al parecer no era así. Volvió a sentirse como si le tiraran un baldazo de agua fría. La imagen de Dylan muerto se le volvía a aparecer en frente. Comprendió lo que acababa de escuchar y lo interrumpió, ansiosa.

—Pero estás conectado con tu amor del pasado.

Dylan asintió.

—Y los Celestiales no podemos crear relaciones para nosotros mismos —reveló —Somos conectores de otros. Servimos solo para eso. Aunque yo quisiera, no puedo quedarme contigo.

Lisa se conectó con su mirada y entre lágrimas lo entendió todo.

—Siempre te estaré agradecida —sollozó—. Nos salvaste. Nunca me voy a olvidar de ti.

—Y tú me salvaste a mí —confesó él.

Lisa seguía llorando y, por primera vez en toda la conversación, apartó la mirada de Dylan. El clima era calmo y se asomaba el verano. No sabría cómo haría para retomar su vida cotidiana, pero sabía que no volvería jamás a ser la misma de antes.

—No te desanimes, tú seguirás adelante y encontrarás a quien de verdad es para ti —añadió Dylan, sereno—. Volverás a ser feliz con un amor, como nosotros fuimos felices juntos. Creeme, puedo saberlo. Tengo esa capacidad.

Lisa lo abrazó con fuerza. Sabía que ese sería el último contacto que tuviera con Dylan, y que probablemente era el abrazo más cálido y sincero que daría en su vida. 

El misterio de Dylan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora