Prólogo

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La noche en que aquello sucedió, Él estaba ahí, en el Knickweg.

Pero nadie lo sabía.

Nadie podía saberlo.

Ninguna de las personas que estaban en la fiesta podía siquiera imaginarlo. Estaban concentrados en lo suyo. Algunos besándose. Otros riendo. Otros demasiado ebrios. Tal vez por eso nadie sospechó que en uno de los apartamentos, el que luego sería conocido como ¨el apartamento maldito¨, estaba por ocurrir algo escalofriante. Tal vez por esa razón nadie lo notó hasta que pasó.

Hasta que el cristal de la ventana se rompió en pedazos y el cuerpo que lo atravesó impactó en pleno patio. Quedó tendido en el suelo. Allí, entre la gente. Allí, entre la música. Allí, entre lo inesperado. Un charco de sangre se formó a su alrededor, mientras que las extremidades permanecieron en ángulos perturbadores. Nada fue más aterrador que esos ojos abiertos, fijos en la nada.

Algunas personas gritaron, otras corrieron, otras se quedaron pasmadas. Alguien fue lo suficientemente inteligente como para llamar a la policía. El resto no entendió qué había pasado. Una chica había caído desde uno de los pisos superiores.

¿Se había suicidado?

Fue lo que pareció.

Pero tal vez, no lo que sucedió.

Él se le aproximó, se agachó junto al cuerpo, y si bien supo que no seguía viva, tomó su mano.

En segundos lo comprendió.

Lo vio todo. Vio la verdad...

Y entonces Él supo que haría con ella.

O más bien, con ellos.. 

El misterio de Dylan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora