LISA.
Dylan finalmente despertaba.
Lisa se inclinó hacia adelante y apoyó los hombros en el borde de la camilla. Llevaban horas en esa funesta habitación de hospital, pero finalmente volvía a la consciencia Verlo moverse le hizo recuperar el aliento. Sintió de nuevo el alivio que había estado conteniendo por los nervios y el susto.
-Hey, ¿cómo te sientes? -le preguntó ella con voz suave y contenedora.
Él suspiró con cansancio y miró a su alrededor. Tenía una contusión, pero el doctor había dicho que estaría bien si guardaba reposo. Lo frustrante era que en ese atractivo rostro que tanto le gustaba habían quedado moretones por los golpes. Lo hacían ver aporreado y débil, aunque al menos nada había atentado contra sus ojos, que de alguna manera seguían chispeantes y divertidos.
-Siento como si me hubiesen pisado tres elefantes -contestó Dylan en un tono de broma-. ¿Qué ha pasado?
Recordarlo le devolvió a Lisa la inquietud.
-Te encontré tirado en la acera, golpeado y sangrando -le contó ella-. Llamé a una ambulancia y te trajeron aquí. Estuviste inconsciente hasta ahora.
Dylan asintió lentamente.
-Ah, sí, recuerdo la golpiza...
Lisa lo miró con preocupación. "La golpiza" había sido muy extraña. Ella no había alcanzado a ver al agresor. Volvía de comprar el desayuno cuando encontró a Dylan en ese estado, tendido en el piso. Desde entonces había intentado entender cómo alguien pudo haberle hecho eso si él no era de los tipos que tenían enemigos. No podía pensar en alguien que odiara a Dylan lo suficiente.
Excepto tal vez... Scott... El nombre le había llegado a la mente mientras aguardaba en la sala de espera unas horas atrás. ¿Y si lo había hecho él? Sabía que Scott era muy capaz, que antes se había vengado de personas de formas agresivas. También era en extremo celoso y rencoroso, y no le agradaba Dylan para nada.
-¿Recuerdas también la cara de quien te golpeó? -le preguntó ella.
Dylan no contestó a eso de inmediato. Ella supuso que estaba pensando, aunque le costaba comprenderlo a pesar de haberlo conocido mejor en ese tiempo y de pasar juntos casi todos los días. Tenía un aire enigmático natural, al igual que el primer día en que lo había visto.
-Era alguien que nunca había visto en mi vida -fue lo que dijo él.
-¿Estás seguro? -insistió ella-. Tal vez si intentas esforzarte un poco quizás recuerdes algún detalle importante o...
Dylan la interrumpió con tranquilidad:
-Estoy seguro de que no lo he visto antes.
-¡Pero es que fue demasiado agresivo! -exclamó ella, aún indignada-. Ni siquiera se llevaron tu billetera, no fue un asalto, fue algo personal.
-Quizás me confundieron con alguien más -dijo Dylan.
Lisa se preguntó cómo es que él no estaba enojado. Ella sentía que quería abofetear al imbécil que lo había mandado al hospital, incluso si ese imbécil era Scott. Otra posibilidad era que Scott hubiera enviado a alguien más. ¿Tal vez lo había hecho así? De acuerdo, eran solo suposiciones, pero si Scott era el culpable en definitiva ella debía enfrentarlo. Ya estaba harta de sus juegos.
-El doctor dijo que fuiste golpeado repetidas veces -le aclaró a Dylan con seriedad-. Vio bien tu cara, sabía quién eras, así que tienes que poner una denuncia.
Él suspiró como si no hubiese más remedio que ceder.
-Lo haré cuando pueda moverme -prometió.
Lisa se inclinó un poco más hacia él. Quería tomarle la mano, tocarlo, abrazarlo, pero no quería lastimarlo, por lo que se aguantó las ganas.
-Esto es una porquería -resopló, entre preocupada y molesta-. Juro que cuando te vi así pensé que...
Se interrumpió, dudosa de si decirlo o no, porque entonces podía delatar que había temido por la vida de Dylan más de lo que había temido por la de otro antes. Había sido muy raro. Su desesperación al verlo inconsciente, su alteración, su gran miedo. Había gritado pidiendo ayuda en plena calle, y al no obtenerla, con las manos temblando había logrado llamar al 911. Mientras esperaba, la idea de que Dylan estuviese muerto le había hecho sentir que perdía algo importante.
Por sumirse en el frustrante recuerdo no se dio cuenta de que Dylan se apoyó con cierta dificultad sobre sus antebrazos. Solo lo notó cuando él ya la miraba fijamente. Esos ojos hicieron que ella fuera incapaz de cerrar su boca entreabierta. Al instante, el momento adquirió un tinte íntimo.
-¿Qué pensaste? -quiso saber él.
Lisa tragó saliva.
-Que estabas muerto -susurró-. Que te perdía, y no quiero que eso pase, Dylan. No quiero.
Ella esperó una respuesta verbal a eso, pero la respuesta de Dylan fue totalmente inesperada: él extendió una mano hacia su rostro y la atrajo hacia sí. Hipnotizada, Lisa se dejó llevar y entonces la besó. El primer beso con él. El primer contacto de ese tipo. ¡Finalmente! Fue sin dudas una experiencia única para ella que jamás sabría cómo explicar.
Primero, la presión de los labios de Dylan sobre los suyos fue una realidad impactante. Un beso de movimientos lentos pero chispeante de conexión. Luego, de alguna forma se transformó en una epifanía que arrojó a Lisa a una licuadora de recuerdos y de respuestas. Es decir, a pesar de que sus labios se movían con total control, Lisa se encontró recordando otros besos. Besos con hombres cuyos nombres ya no recordaba, besos con hombres que habían salido rápido de sus vidas y finalmente besos con Scott. No hubo punto de comparación. Aquellos besos con Soctt habían sido agresivos, dominantes, vacíos. Sus besos la habían hecho sentir como una muñeca a la que Scott tomaba cuando quería, usaba para jugar y luego volvía a dejar en su sitio. Este beso... este beso era cálido, libre y al mismo tiempo erótico, casi perfecto. No le enviaba la sensación de muñeca, le enviaba la sensación de "me importas, eres más que eso".
De alguna forma siempre había sido la Lisa de Ruby y de Scott, pero era porque no había conocido el universo que era Dylan. Ahora lo sabía. Estaba segura, no quería nada más. No quería la peligrosa perdición que era Scott. Lo había deseado mucho en su momento, tanto como para convertirse en su marioneta, pero ya no más. Besando a Dylan estaba irremediablemente segura. Scott sólo traía tormento a su vida, y no necesitaba tormento. Necesitaba a Dylan, porque con él ya no sentía dolor o miedo o dependencia, sino tranquilidad.
Dylan de pronto movió los labios en una invitación a profundizar el beso, a jugar con sus lenguas. Lisa salió de sus revelaciones porque un extraño destello mental le envió una certeza. Por un instante la confundió, pero después lo entendió. A pesar de que sí, ese era su primer beso con él, tuvo la inexplicable seguridad de que aquello había sucedido antes de una forma distinta. ¿Era un deja vu?
De cualquier forma no quería que terminara nunca. Quería entregarse por completo a los labios de Dylan aunque estuviesen en una habitación de hospital y cualquier enfermera o doctor pudiera entrar en cualquier momento. Quería que el planeta entero desapareciera, que pudieran quedarse ahí, solos, e ir más allá.
Pero una notificación en su celular avisó de un mensaje e interrumpió el beso.
Se separaron. Lisa vio que los ojos de Dylan parecían medio sorprendidos y medio fascinados. Se hipnotizó un momento con ellos antes de prestar atención al celular que tenía apoyado sobre las piernas. Ella tenía la respiración agitada y el cuerpo temblando. Además, sus sentidos estaban alocados. Había sido un beso lento pero suficiente para encender cada parte sensible.
De cualquier forma sonrió al ver el mensaje. Le seguía impresionando lo fieles que eran Nitty y Keanu en su amistad. Y cada vez le gustaba más. En ese punto incluso se preguntaba con algo de tristeza si a Ruby no le gustaría también. Tenía ganas de compartir ciertas cosas con ella porque era su hermana, pero Ruby solo demostraba querer seguir amarrada a Scott. Deseaba que eso cambiara, pero cada vez parecía más difícil.
-Es Nitty -le avisó a Dylan-. Dice que ya viene para acá con Keanu. Están preocupados.
En lo que alzó la vista hacia él, se asustó.
A Dylan le corría un grueso hilo de sangre por debajo de uno de los orificios de la nariz.
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El misterio de Dylan ©
Fantasy¿Quién es Dylan? ¿Qué misterios arrastra? Aparentemente parece ser un chico guapísimo pero algo más oculta. Nada volverá a ser igual luego de su llegada...