Parte 5 "La Panadería"

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...

Los sueños de Romina fueron de lo mas dulces cuando una panza llena de panquecitos, azúcar y gordura la hicieron caer rendida.

Tal vez, al dormir, ella se sentía pesada, gorda y grande... pero en su mundo de sueños el hecho de por fin haber hecho caso a sus fantasías la había hecho sentir de lo mas ligera. Tan ligera, que Romina no se despertó a las 7:00 a.m., como lo había planeado.

Romina debia de estar en la Panadería donde buscaría trabajo a las 10:00 a.m.

Ella despertó lentamente... despidiéndose de toda esa ligereza del mundo de los sueños, solo para ver la hora: las 9:38.

- Ah... AAAH. ¡No es posible!

Romina, exaltada, intentó saltar de la cama, solo para darse cuenta de aquel sentimiento pesado en su estómago. Tantos pastelillos tenían sus consecuencias.

- Uff... ay. ¿Qué...? - Comenzó a decir conforme lograba sentarse a la orilla del colchón. Las evidencias de su banquete estaban esparcidas alrededor de ella, en el suelo y en su cama en forma de envolturas arrugadas. - ¿Pero... qué tanto comí? Dios... me siento tan hinchada.

Y así era.

Con la palma de su mano, se dio un ligero masaje, sintiéndose casi tan hinchada como hacía apenas unas horas.

- Uy... siento que... - Comenzó a decir Romina conforme bajaba su mano a la parte inferior de su panza, palpando aquellos rollos de gordura que colgaban de sus caderas. - Siento que...

En eso, sin que pudiese hacer nada, sus mejillas se le inflaron de repente, y antes de que pudiera poner sus manos sobre sus labios...

*Bwoorp*

Un eructo brotó rápida y fuertemente de ella. A pesar de que este inesperado suspiro gaseoso la libero un poco de la hinchazón, se negó a aceptar lo bien que se sentía

- Ah... ¿qué me *urp* pasa?... Ay ya... no tengo tiempo para estas cosas...

Como pudo, Romina se preparó, notando como es que tenía puesta la ropa que anteriormente buscó cuando creyó despertarse tarde... cosa que al final se hizo realidad.

La mala noticia: Los jeans que llevaba tenían las costuras rotas, el cierre arruinado y el botón en la esquina de la habitación. El recuerdo de como eso pasó llego a su cabeza, pero esta vez solo le provocó frustración.

- Con... un demonio... Romina, ¿Por qué no sabes controlarte? - Se dijo a sí misma en un tono frustrado.

9:46 en el reloj...

Romina ya se encontraba vistiéndose de nuevo, habiendo dejado aquellos jeans arruinados en una esquina del cuarto, apartados de su vista.

Como pudo, se colocó una falda con tirante algo ajustado, lo suficiente para no ahogarla pero también para retener aquella panza que volvía poco a poco a ser redonda y flácida conforme la hinchazón bajaba.

Como pudo, se colocó una falda con tirante algo ajustado, lo suficiente para no ahogarla pero también para retener aquella panza que volvía poco a poco a ser redonda y flácida conforme la hinchazón bajaba

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Una Madrugada AzucaradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora