26/04/15
Querido amigo imaginario:
Hoy he ido al colegio, como de costumbre me senté al fondo de la clase con un amigo, Richard, tiene el cabello rubio, tiene ojos color miel, es alto y usa gafas. Él es el único amigo que tengo, si es que se puede decir amigo, sería más bien, un compañero con el que puedo compartir mis tardes diciendo estupideces y hacer el ridículo entre los dos, pues creo que el resto de mis demás compañeros son unos patanes. Como decía, estábamos en clase. Mientras el profesor escribía en el pizarrón, como todas las aburridas mañanas. La clase de cuarto año, chicos y chicas sin prestar atención alguna, y un maestro igualmente aburrido. Escribía cosas en mi libreta, mientras Richard me susurró algo que no logre escuchar, pero disimulé contestándole con una sonrisa casi tan falsa como el trasero de Nicki Minaj. Si señores, es falso. El maestro se aclaró la garganta. Tenía unos 30 años, pelo hasta los hombros, flaco, y con un bigote bastante patético. Este se dio vuelta, dirigiendo su mirada a la clase. Por qué no se callaba. Toco el timbre para el recreo, Salí del curso con Richard hacia el comedor, recogí mi comida, el menú del día eran brócolis con salsa blanca, un asco total, no quedaba otra que aguantarme, tenía mucha hambre. Espere a que Richard recogiera su almuerzo y nos fuimos en camino hacia nuestra mesa de costumbre, pero para nuestra sorpresa allí se encontraban los chicos por así decirlo "Populares" que al llegar allí se burlaron de nosotros, por lo que Richard se puso rojo de la furia, yo solo lo detuve antes de que haga algo de lo que se arrepienta y nos fuimos por otra mesa. Pasaron las horas tan rápido, faltaban 5 minutos para la salida, ese glorioso timbre de salida el cual amo con tanta locura, estábamos en la clase de historia, debo admitir que el profesor es insoportable, pero me gusta su manera de expresarse en lo que explica, es como que le pusiera sentimiento a cada palabra dicha. Uno de los chicos comenzó a lanzar papeles abollados, lo cual, cuando lo descubrió, enfureció al profesor e hizo quedarnos 20 minutos después de clases ¡Genial Patrick! Pasaron esos 20 minutos de detención y al fin volví a mi casa, apenas llegue, fui a mi habitación y tomé el celular, estuve mensajeando por horas con uno de mis amigos preferidos de internet, el si es un amigo de verdad, si tan solo pudiera conocerlo. En fin, pasaron unas 2 horas aproximadamente y se me corto el internet por falta de pago, lo único que faltaba. Me quede acostado unos segundos hasta que me aburrí y no se me ocurrió otra cosa que revisar las viejas cosas del ático, subí por las pequeñas escaleras que cuelgan del techo y subí hacia allí, estaba todo lleno de polvo, habían muchos libros y juguetes de cuando yo era pequeño. Me puse a revisar unas cajas, dentro de una salió una araña pero no le di importancia, dentro de esa caja había un viejo cuaderno con una tapa muy llamativa que decía "escríbeme". Es curioso, nunca antes lo había visto, en sus páginas no había nada escrito, por lo que decidí quedármelo y usarlo como una especia de diario íntimo. Después de ver ese cuaderno bajé a mi habitación a ver si había vuelto la conexión, había vuelto, creo que alguien pago internet, bueno, ya no importa, coloque el diario debajo de mi cama y me volví a escribir con Dylan, mi querido amigo...
-Thomás Lind.
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Memorias de un suicida.
Teen FictionThomás Lind es un chico normal como cualquier otro, pronto descubrirá un cuaderno muy particular que lo llevara a descubrir grandes cosas...