La perla del tiempo-Cronicas de fuego I

La perla del tiempo

Oscuridad, era lo único que se podía ver, no había nada mas, solo paredes y barras, no se lograban ver, solo se podían sentir, todo era totalmente oscuro con cero visibilidad, el suelo era frio, grueso y húmedo, tenía un olor nauseabundo, se podían escuchar las ratas correteando por la habitación, Xalext palpaba las paredes para poder levantarse, lentamente, tenía los ojos abiertos pero no lograba divisar nada.

Al estar completamente de pie, Xalext comenzó a girar su cabeza para poder encontrar alguna luz, sin éxito alguno, Xalext desesperado, llamo a la oscuridad susurrando:

-Astra.......Astra-Repetía Xalext- ¿Estás ahí?...... Por favor contéstame-Nadie le respondía, solo el eco de sus palabras que resonaba por todo el lugar, por las paredes, estaba completamente solo.

De pronto, una luz emano desde una puerta que se abría lentamente, era de hierro, parecía pesada, al abrirse hacia un chirrido horrible. Y de ahí, una de las bestias tenía en brazos a su compañera Astra, ella estaba inconsciente, colgaba de los brazos del guardia. En ese momento, el guardia lanzo a Astra al suelo, provocando un ruido enorme, Xalext se arrastro para poder ver el estado de su compañera, ella aun respiraba.

De pronto, el guardia se dirigió hacia Xalext, agarrándolo del brazo y jalándolo hacia la puerta, Xalext se resistía, pero era en vano, la fuerza de la bestia era descomunalmente superior a la de él, lentamente, mientras era arrastrado fuera de el calabozo, veía como Astra se ponía en pie, mientras él la veía fijamente, la puerta de hierro se cerraba lentamente.

El sol salía de las praderas verdes, donde el mar tocaba la tierra sin ensenada, sin arena, solo pasto y agua, un caballo trotaba por el sendero, sus pezuñas hacían un ruido hueco y fuerte, el jinete llevaba puesta una armadura de plata, relucía con la luz del sol, en su espalda, un escudo azul, con el símbolo de las alas de un ángel, en su cinturón, una espada aun en su funda, el mango de esta era de cuero, desgastado por el sudor, el jinete no llevaba casco ni sombrero, tenia puesta una máscara, una máscara plana y de color blanco, con dos orificios en los ojos.

El jinete portaba una capa dorada, con un interior negro, mientras su caballo trotaba por la pradera, logro apreciar a lo lejos, un montón de rocas apiladas, rápidamente se dirigió hacia el lugar solo para darse cuenta de que eran los colosos guardianes de la puerta del castillo de cristal. Bajando de su caballo y desenfundando su espada plateada, reluciente y afilada, avanzo hacia la entrada destruida hecha pedazos.

El jinete no necesitaba unos anteojos para poder entrar, la puerta había sido destruida, dejando salir todo el reflejo de luz que el interior guardaba. Mientras escalaba los escombros, y pasaba por los cadáveres en plena descomposición de una especia de gárgolas y hombres lobo, llego a apreciar el cuerpo de un hombre, efectivamente era el cuerpo de Aros. Rápidamente, el jinete corrió hacia el cuerpo para poder ofrecer algún tipo de ayuda. Pero al llegar a lado del cadáver, vio que no había nada que hacer, estaba muerto.

Pero algo le llamaba la curiosidad, el hecho de que no hubieran moscas alrededor de el, no apestaba a putrefacción, no estaba pudriéndose. Lentamente el jinete acerco la cabeza, recostándola sobre el pecho de Aros para buscar algún pulso, grande fue su sorpresa cuando escuchaba latidos, lentos, parecía que estaba muriendo lentamente. En esos instantes, la mano de Aros tomo el hombro del jinete el cual no pudo evitar dar un salto de susto, lanzando un grito de terror.

Xalext era arrastrado por un pasillo negro, las paredes tenían un olor nauseabundo, el techo estaba construido de tal forma que parecían escamas en vez de ladrillos, el piso era rasposo y grueso, cortaba las piernas de Xalext, debido a que su pantalón estaba totalmente desgarrado, la visión era borrosa, no podía ver nada más que celdas y puertas de hierro idénticas a la de su calabozo. A Xalext le sangraba la boca, por los golpes del carcelero al arrastrarlo violentamente por el pasillo.