01: perder.

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El murmullo de todas esas personas en aquel lugar lo hacia abrumar, siguió limpiando la mesa que le habían asignado.

Tomo las últimas cosas que faltaban y volvió a la cocina.

—  Minho ¿estas bien?

—  Si, si estoy bien ¿Por qué?

—  No se, estas raro, como perdido… ¿seguro que estas bien?

—  Si Jisung, no pasa nada. ¿Qué mas debo hacer?

—  Espera a que los clientes se retiren y anda a limpiar esas mesas. Estamos muy atareados hoy y con la renuncia de Chaeryeong… en fin, voy a buscar a alguien para suplantar ese lugar lo mas antes posible.

Minho asintió escuchando atentamente a su jefe. De pronto unas inmensas ganas de llorar lo invadieron, se disculpo con el castaño y se fue al baño. Al entrar se vio al espejo y no pudo aguantar mas. Todo el día estuvo soportando el dolor en su pecho, de su cuerpo.

Porque aunque dijera que estaba bien todo estaba peor que nunca, la noticia de que le quedaba poco tiempo de vida lo había descolocado.

Muchas veces lloro pidiéndole al cielo que se lo llevara, que ya no aguantaba esta vida y esta vez se había cumplido.

Pero irse de esta manera, con su familia destruida. Sus amigos alejados de el.

Estaba solo.

Sin nadie.

Debía afrontar su muerte sin la compañía de alguien.

Pasar su último tiempo haciendo una vida normal.

Lee Minho iba a dejar de existir en unos meses y nadie lo sabia.

Nadie sabia que el corazón de Minho ya no funcionaba bien desde hace tiempo. Y que si no conseguía un trasplante lo mas antes posible todo se iba a terminar.

Se sentó en el suelo unos segundos, respiro profundo y seco sus lágrimas. Puso su mejor cara antes de salir del lugar.

Hizo todo lo que le ordenaron, ayudó a los otros chefs, lavo los platos, atendió a los clientes.

Después de un largo tiempo su turno había terminado. Dejos sus cosas y tomo su mochila.

Se despidió de todos y comenzo a andar hacia su casa.

Al llegar todo estaba en silencio.

No le sorprendió. Sus padres vivían todo el tiempo fuera y no los culpaba.

¿Quién querría estar con el asesino de su hermana? ¿El asesino de su hija?

Así es como lo llamaban. Pero la verdad era otra.

Subió hasta su habitación y se tiro en su cama. Cerro sus ojos por unos segundos.

Estaba cansado.

Dolido.

Extrañaba su vida de antes. Sus ganas de luchar, de vivir de dar todo cada día. Extrañaba su yo de antes.

Agarro su celular y al encenderlo no vio nada. Ni un mensaje. Absolutamente nada. Como siempre.

Desbloqueo su teléfono y fue a galería. Pico sobre la primera foto dejando ver a una joven de cabello castaño hasta los hombros, ojos de color miel y una linda sonrisa.

¿Por qué? ¿Por qué te fuiste hermana?

Lee Somi era la de aquella foto, su melliza. Su otra mitad.

Su hermana era lo mas hermoso que tenia en su vida, cuando la perdió al irse ella se llevo todo lo que tenia Minho.

Minho de dieciocho años se fue con ella en aquel accidente.

Aunque lo llamarán asesino siendo que las pericias habían arrojado que no era el culpable.

Ese titulo lo tenia puesto desde ese entonces.

A sus veinticuatro años seguía luchando con eso.

Nadie sabia que Minho no fue el que choco. Nadie sabia que el solo quería salvar a su hermana.

Nadie nunca iba a saber que fue Somi la que quiso matarse.

Nadie jamás iba a saber que su hermana no estaba bien. Solo el sabia de los problemas de su melliza.

¿Que hacia aún viviendo con sus padres? Fácil, después del accidente estuvo inconsistente por mucho tiempo. Después de despertar la vida no fue lo mismo de antes. Tuvo que volver a empezar.

Caminar.

Comer.

Hablar.

Todo.

Minho había vuelto a nacer.

Poco a poco se recuperó.

Pero no duro tanto.

Todo ese tiempo al no poder moverse, ni hablar ni hacer nada por si solo lo único que quería era morirse. Dejar de escuchar a sus padres culparle por la muerte de su hermana.

No volver a escuchar a su mejor amigo decirle que lo odiaba.

Ver como el resto de sus otros amigos se alejaron.

Porque se fueron de parte de Hyunjin.

Su mejor amigo y ex novio de su hermana.

Quería que su mente se apagara en ese instante. Los recuerdos de esos momentos felices lo golpeaban.

Las risas. Los llantos. Cuando salía con todos ellos a festejar por la mas mínima cosa.

Dejo de saber sobre ellos hace mucho tiempo.

Solo deseaba que estuvieran bien.

Cerro sus ojos dispuesto a dormir, tan pronto como lo hizo el sueño lo abrazo.

Por fin en todo el día dejaba de pensar en todo.

Dulce y tierno | Minlix AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora