TWELVE

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RAQUELLE

RAQUELLE

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Mis ojos se abrieron con repentinamente y me levanto de un salto. Miro a mi alrededor y me encuentro con la escuela.

¿Por que carajos estoy en la escuela?

Se escucha un sonido en el pasillo y volteo a verlo, Stiles. 

—¿Que..?—Él está caminando hacia un salón y yo por instinto empiezo a seguirlo. Mi paso se acelera cuando escucho su grito.—¡Stiles!

Al entrar veo el tocón del árbol en el cual querían sacrificar a adultos de nuestras familias. Allí Stiles está sentado con la cabeza hacia arriba y los ojos abiertos en grande, su boca está igual. Me acerco más y un grito sale de mi. Stiles está sangrando por todos los orificios de su cuerpo, oídos, ojos, boca.

—No lo pudiste salvar, conejita.—Una voz dice a mis espaldas, me doy la vuelta. Un Stiles con una apariencia extraña está allí, parado con las manos detrás de él, sus labios curvado y una mirada que me hace dar escalofrío. 

—¿Qué?—Es lo único que puedo escuchar salir de mis labios. Él ríe con una intensidad abrumante. 

—Míralo por ti misma.—Su voz empieza a distorsionarse y mis ojos se van cerrando. 

La luz golpea mi rostro lo que hace que los abra lentamente. ¿Que fue eso?

—Hey, lo siento, no quería despertarte.—La voz de Aiden hace que sonría. Me giro a verlo y admiro la vista. Él se estaba colocando sus pantalones y su camiseta.

—Está bien, de cualquier manera tenía que abrir los ojos en algún momento, ¿cierto?—Su risa se escucha. Mi ceño se frunce.—¿Que haces aquí? ¿no tendrías que estar en el departamento?

Aiden se da a vuelta extrañado y dejando la tarea de colocarse las zapatillas, se acerca a mi, su mano se posa sobre mi frente.—¿Tienes fiebre?

Parpadeo de incredulidad.—¿A que te refieres?

—¿Lo has olvidado?—Pregunta y su rostro se pone serio, eso me resulta raro. Conmigo no es serio.—Hoy tenemos la cena. 

—¿Cena?—Pregunto. No estoy entendiendo nada. Su cabeza se mueve de lado a lado antes de que el ruido de la puerta siendo abierta se escuche. Me levanto dispuesta  cerrarla y seguir platicando pero él me detiene con sus palabras.

—Raquelle no la cierres.—Me dice.

—Debo cerrarla, Aiden.—Le digo sin dejar de ver la puerta. Cada vez me acerco más a ella.

—No lo hagas, Raquelle.—Su voz se va levantando.—Raquelle, déjalo. Por favor.

Ignorando su tono elevado tomo el pomo de la puerta dispuesta a saciar mi curiosidad.

✓ IN ANOTHER LIFE, teen wolf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora