Alzó suavemente las mantas, cubriendo el cuerpo de Rubén con delicadeza. Cuando determinó que todo estaba lo suficientemente cómodo para que él pudiese descansar; Quackity suspiró.
Se sentó lentamente sobre la cama y observó a Rubén. Tenía un aura de cansancio tan grande que no se la podía ni él. Proyectaba a todo aquel que lo viera que no estaba teniendo un buen sueño, que simplemente se había cansado de la realidad y había preferido la oscuridad de la inconsciencia a lidiar con el problema.
No lo culpaba, estaba seguro que lo seguiría pronto.
Le observó sin saber muy bien como describir lo que sentía. Alzó una mano para tomar una de las manos de Rubén, sus cejas se arquearon con tristeza al sentir su piel fría.
En un intento de darle calor, frotó con su pulgar aquella piel fría.
—No debí venir, ¿verdad? —murmuró con pena, el rostro cansado e inconsciente del mayor no le dio respuesta alguna— No quería que esto sucediera, Rubius... pero, ¿a quién debemos culpar? ¿al corazón? —negó, aquello sonaba patético.
Demasiado cursi para alguien como él. Pero era una pregunta obvia. Aunque él muy en el fondo sabía que eran culpables. Él no debió besar a Rubén sabiendo que tenía a Irina, y Rubén no debió corresponderle hasta haber terminado con su pareja.
No podía decir que no era culpable. Cuando él había tomado la decisión de besarlo.
Era culpable. Y lo aceptaba.
No huiría.
Aguantó las lágrimas, estaba cansado de llorar. Soltando suavemente la mano ajena, Quackity se puso de pie, y dándole una última mirada a Rubén; caminó hasta la salida.
Abrió la puerta y salió.
Se quedó en el pasillo por unos instantes, recordando lo feliz que fue días atrás.
"—No mames, ¿cómo que te va a dar miedo esto, Rubius?
—Eso dices ahora, cabrón. Sigue jugando, sigue jugando...
Quackity rodó los ojos, moviendo el joystick con cuidado y esperando que nada le saltara en la cara. Error, al doblar la esquina una cosa deforme saltó sobre su personaje en el juego.
—¡VERGA, VERGA!
—¡TE LO DIJE, GILIPOLLAS! PERO NO, EL NIÑO QUIERE IR DE LISTILLO.
—¡PERO NO HABÍA NADA ALLÍ!
—CIEGO, UN CIEGO ES LO QUE ERES.
—¡NO MAMES, NO MAMES!
Y después de un par de gritos más, el juego se había acabado. Rubén se encontraba sentado en el suelo, con Quackity a su lado recargando su peso en su brazo. Prácticamente recostado en su costado.
Los dedos de Rubén dejaban pequeñas caricias en el cabello que se asomaba debajo del gorro de Quackity, y se quedaron así, hasta que el sol salió."
De aquella tarde recuerdos solamente quedaban, al igual que todas aquellas tardes de jugar videojuegos juntos en directo. Todo quedaba atrás y no había manera de regresar a aquellos tiempos en los que nada estaba mal.
Todo era fácil, todo era correcto, todo se sentía correcto. Había una confidencialidad que no era común, que después de conocerse por lo que aparentemente era poco tiempo el hecho de que Rubén y él hayan conectado tan bien, tenía que ser una simple tortura.
Cómo renunciar a algo que te ha hecho tan bien en tan poco tiempo, cómo soltar sin ser dañado o dañar. Hay algo que el ser humano nunca va a poder negar, y es que el estímulo enreda la razón como un caparazón, y lo que se siente bien... no es considerado para soltar.
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𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐒 𝐀 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄 × ʳᵘᵇᶜᵏⁱᵗʸ
Short Story𝗣𝗼𝗿 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼, 𝗤𝘂𝗮𝗰𝗸𝗶𝘁𝘆 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝘃𝗶𝗮𝗷𝗮𝗿 𝗮 𝗔𝗻𝗱𝗼𝗿𝗿𝗮 𝘆 𝗥𝘂𝗯𝗶𝘂𝘀 𝗻𝗼 𝗱𝘂𝗱𝗮 𝗲𝗻 𝗼𝗳𝗿𝗲𝗰𝗲𝗿𝗹𝗲 𝘀𝘂 𝗰𝗮𝘀𝗮 𝗰𝗼𝗺𝗼 "𝗵𝗼𝘁𝗲𝗹 𝘁𝗲𝗺𝗽𝗼𝗿𝗮𝗹". 𝗔𝗾𝘂𝗲𝗹𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗼́𝗻 𝗵𝗮𝗿𝗶́𝗮 𝗱𝗲 𝗹...