No me arrepiento de amarte, pero si de la forma en que lo hice.
Ahora, a solas. Todo era expuesto al fuego.
Rubén se acomodó, sentado frente a una de las ventanas de su hogar, observando las montañas de Andorra y la belleza de las nubes grises que adornaban el cielo. Se sintió afortunado de tener lo que tenía. A quienes tenía.
A todos, menos a uno.
Sonrió, su mano izquierda se aseguraba de acariciar a Wilson, quien le hacía compañía en su tarde gris.
Quackity no estaba, se había marchado para asegurarse de que las tomas grabadas que tomaron estuviesen correctas. Si eso era así, entonces su tiempo en Andorra se acabaría, y tendría que volver a EE.UU.
Sonrió al recordarlo, e inconscientemente, tocó sus labios.
Porque recordaba ese beso, y lo bien que coincidieron...
—... me gusta.
Rubén soltó un sonido de risa, soltando las manos de Quackity para comenzar a reír. Su risa contagió a Quackity, quien se giró rápidamente para lavarse las manos. Rubén volvió a acercarse, abrazando por la espalda al menor y riéndose libremente.
Cuando las manos de Quackity estuvieron limpias, se abrazaron. Rubén seguía sonriendo.
Sinceramente, Rubén pensó que después del beso todo sería incómodo. Habría un silencio y después vendrían los arrepentimientos. Pero vaya su sorpresa cuando no fue así. Quackity escondió su rostro en su pecho y siguió sonriendo
Riéndose de sus acciones.
—Somos unos pendejos.
—Unos gilipollas.
Quackity suspiró, alzando la mirada para ver a Rubén a los ojos —Prefiero mi versión, muchas gracias.
—Vale, vale, —concedió, acariciando la espalda de Quackity en forma de consuelo— Quackity, yo-
—Sh. Lo sé... —suspiró, y con cuidado se alzó en las puntas de sus pies para dejar un casto beso en la mejilla de Rubén— Lo sé.
Sus palabras fueron un susurró, sus labios acariciaron la piel ajena mientras pronunciaba sus palabras. Y se sintió tan bien, Rubén cerró los ojos. Y sonrió un poco, porque se sentía tan bien. Tan correcto.
Cuando... cuando era todo lo contrario.
Oh Dios... por favor ten piedad de lo que estoy sintiendo.
Y ahora, sentado en la soledad de su hogar, se dio cuenta que esos días en los que Quackity había habitado su mismo techo, aquellas paredes se sintieron un hogar más que antes.
Y había algo a lo que tenía que enfrentarse, y era a la realidad, la verdad de lo que tenía que decir.
Tenía que decirle a Irina que... que su corazón ya no le pertenecía, que era hora de devolverlo.
Pero... ¿ella se lo merecía? Después de tantos años, ¿ella merecía que su corazón fuera devuelto de esa manera? Rubén dejó escapar una exhalación, frustrado hasta los poros.
Negó, sus manos jalaron de su cabello con enojo.
Quería su corazón de vuelta, porque deseaba entregárselo a alguien más. Pero... ¿era justo?
Pensaba que tampoco era justo para él, quedarse con el corazón de alguien que no amaba como antes, ¿pero qué podía hacer? No era justo para nadie, si tan solo... si tan solo Quackity no hubiese... no.
Rubén negó, no podía pensar eso, no otra vez. Él decidió besar a Quackity. Él y nadie más.
Pero dolía, porque no quería lastimar a nadie, y no quería lastimarse a sí mismo. Su cristalizada mirada se dirigió hasta su móvil, donde un mensaje brillaba, Rubén lo volvió a leer, y su corazón volvió a doler.
"Llego en un par de horas, meu. Te amo xx"
Dolía recibir amor que no iba a devolver.
Y para peor...
Su corazón dolía aún por las pocas palabras que intercambio con Quackity esa mañana antes de que él partiera.
—Quackity...
El menor apretó los labios, negándose a mirar a Rubén —Hallaré una forma de ayudarte, Rubius. No te preocupes yo... cuando yo me vaya todo se arreglará.
Rubén suspiró, algo exasperado —Pero ese no es el punto, coño. Tú no... tú no lo comprendes, joder.
Girándose para mirarlo, Quackity terminó de colocarse su chamarra, mirando a Rubén con pena —¡Entonces dime que hacer! ¿Qué puedo hacer para ayudarte, Rubius? Para... no sé, hacerte sentir mejor.
—Nada, Quackity. No puedes hacer nada.
—¡¿Entonces?! ¿Por qué... por qué actúas así? Quiero ayudarte, quiero-
—¡No puedes! —terminó por alzar la voz— No puedes ayudarme, el que tiene pareja soy yo, joder. ¿Quieres ayudarme? Entonces dime cómo decirle a Irina lo que paso.
El menor se mordió el labio, ansioso y preocupado —No lo sé, no sé cómo. Pero voy a irme, y no vas a tener que preocuparte por eso, Rubius. Eso puede ayudar.
Rubén se rió, una risa amarga —¿Ayudar? Si hubieses querido ayudarme no me hubieses besado y te hubieses ido cuando...
Calló, dándose cuenta de su error.
—¿Irme? ¿Irme cuándo qué? —Quackity cuestionó, con algo de molestia— ¡Me das más culpa de la que ya tengo! Tú también-
—Ya sé lo que hice, joder. Sé que... —no pudo continuar.
—¿Sabes qué?
Sin querer reconocerlo, Rubén se recargó en la pared de las escaleras.
—Nada, no sé nada.
El menor asintió, como si estuviese concediéndole eso —Es gracioso, ¿no? Después de que ambos —señaló a ambos con su dedo—, ambos lo decidimos, ambos... ahora dices que no sabes nada. ¡Habla, joder!
—¡¿Y que quieres qué te diga?! —cuestionó.
Él dio un paso hacia adelante —Quiero que me digas la verdad por una puta vez, no voy a permitir que me culpes de esta forma —le miró fijamente— ¡Contéstame!
Rubén cogió aire, sin apartar la mirada —No tengo nada que decirte.
—Dijiste, que si yo hubiese querido ayudarte me hubiese ido, y yo... —sus ojos se cristalizaron, parpadeó, deshaciéndose de las lágrimas— ¡Yo no merezco tu culpa!
Un nudo en su garganta se hizo presente, no quería ver a Quackity llorar. Nunca.
—No... no quiero que pienses eso, Quackity. —su voz sonaba estrangulada. Él le dedico una mirada significativa, aquellos ojos...
Quackity le observó, con sus ojos cristalizados y una expresión dolida. Rubén abrió la boca, tratando de remendar su error, pero el chico ya había abierto la puerta y había desaparecido de su vista.
Su corazón dolía, porque no hay nada que duela más... que lastimar a los que amas.
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𝐆𝐈𝐕𝐄 𝐔𝐒 𝐀 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄 × ʳᵘᵇᶜᵏⁱᵗʸ
Historia Corta𝗣𝗼𝗿 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼, 𝗤𝘂𝗮𝗰𝗸𝗶𝘁𝘆 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝘃𝗶𝗮𝗷𝗮𝗿 𝗮 𝗔𝗻𝗱𝗼𝗿𝗿𝗮 𝘆 𝗥𝘂𝗯𝗶𝘂𝘀 𝗻𝗼 𝗱𝘂𝗱𝗮 𝗲𝗻 𝗼𝗳𝗿𝗲𝗰𝗲𝗿𝗹𝗲 𝘀𝘂 𝗰𝗮𝘀𝗮 𝗰𝗼𝗺𝗼 "𝗵𝗼𝘁𝗲𝗹 𝘁𝗲𝗺𝗽𝗼𝗿𝗮𝗹". 𝗔𝗾𝘂𝗲𝗹𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗼́𝗻 𝗵𝗮𝗿𝗶́𝗮 𝗱𝗲 𝗹...