Part. 5

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No podía negar que últimamente su mente se inundaba de los vagos recuerdos de aquel protagonista que últimamente aparecía en sus sueños, ese chico con esa voz tan suave además de dulce cual miel mismo tono que mantenía en su cabello, constantemente suspiraba llevándose miradas curiosas de sus amistades, más bien sabia que el contarles la razón sería motivo para sus burlas o incredulidad de la veracidad de sus palabras, y ciertamente ni ella misma aún creía lo que acontecía de vez en cuando al caer la noche cayendo dormida, cada día caía dormida añorando verle una vez más, ese día no era diferente a la añoranza de verle, más este recién comenzaba.

Sábado, despertaba temprano sin rastro alguno de él, una vez más no aparecía, inevitable suspiro mirando el techo bajando su mirada lentamente por sus paredes notando el viejo calendario que había comprado a comienzos de año, aquel día era ocho de abril.
- El cumpleaños de mi abuela...-Murmuro para si misma, años pasados ya estaría despertándola con algún desayuno o abrazo o incluso quizás un canto desafinado que solo causaría la risa de la mayor, más sin embargo esta misma había partido hace tres años atrás dejando detrás a su joven nieta que tan solo deseaba un cálido abrazo de su amada Nana Hilda. Se levantó cabizbaja ante todo el acontecer de aquel día sumado a toda esa maraña de pensamientos y deseos que parecían cada segundo más lejanos a su destino.

Aquel día ni quiso cambiar su ropa, tan solo en su viejo pijama de tonos beige y ositos por doquier tomo asiento en su sofá encendiendo la televisión para dejar este en algún canal cualquiera, tan solo deseando sentir una menor soledad, tomo aquella vieja caja entre sus manos sintiendo el frío de aquel cartón que ella misma había pintado en tonos rosados, color favorito de su abuela, con cuidado la dejo sobre la mesa de centro para así abrirla suavemente, fue incapaz de ocultar la sonrisa que rápidamente apareció en su rostro al ver los viejos recuerdos de ella como también que le recordaban a su persona, desde pequeños pañuelos que su abuela le tejía hasta fotografías antiguas, tomando estas entre sus dedos mientras veía cada una de estas, hasta que se detuvo en una en especial, la más querida, la de su cumpleaños número seis, en donde ella misma salía sentada en el jardín con pequeñas flores entre sus dedos y su abuela a su lado dándole aquella mirada llena de amor, aunque inevitable fue recordar aquel día, el último día que vio a sus padres.

< FLASHBACK >

Emocionada la pequeña daba vueltas frente a su espejo, el vestido amarillo junto a su tiara de plástico solo le hacían recordar a una princesa, ¡La bella específicamente! Sin dudas era su favorita, más aún al llevar ese traje en su cumpleaños.
- Me veo ¿Bonita?, si, ya quiero mamá y papá me vean. - Mencionó para si misma, saliendo de cuarto para así bajar las escaleras con cuidado, a pesar de su edad aún era bastante bajita por lo que el temor a las escaleras era inevitable causando así que se sostuviera de la pared.
- ¿Acaso no puedes callarte de una jodida vez?- Escuchó aquel característico tono de voz repleto de rabia y prepotencia de parte de su padre, aquel tono que de solo oírlo le hizo saltar temiendo caer se sostuvo de lo primero que alcanzo, sin notar que ante aquel inocente movimiento causó que uno de los cuadros cayera abruptamente al suelo causando la atención de los mayores que inmediatamente le miraron con enojo, más la pequeña temía aquella misma reacción que le hizo bajar su cabeza ya sabiendo a que se enfrentaría.
- ¿Cómo puedes ser tan tonta? Carajo. -El mismo causante de su accidente le mencionó sonoramente en cuanto la pequeña llegó abajo, más al oírlo trató de volver a poner el cuadro.
- Déjalo, tampoco es como si pudieras hacer algo bien. -Le reprocho el mismo pasando a su lado tan rápido que casi se cae mientras el mismo lo ponía otra vez en su lugar, inocente tan solo camino hacia su mamá que se encontraba en la cocina como siempre hablando por teléfono mientras la menor tiraba de la orilla de su vestido. - ¿Qué quieres? Déjame en paz, siempre molestando. -Le respondió con aquella mirada que desprendía rencor, nunca entendía la razón, más siempre le miraba así, sin pizca de amor, más sin embargo al momento que sentía su tristeza llegar puedo oír la puerta sonar, curiosa camino lentamente hacia la orilla de puerta para así asomarse en esta notando como su abuela entraba en escena ignorando a su padre como este a ella, sin poder ocultar su felicidad corrió a sus brazos, recibiendo aquel abrazo repleto de amor, de calidez y cobijo.
- ¡Abuela!-Mencionó emocionada ocultando su pequeño rostro en su cuello respirando pura felicidad. - Feliz cumpleaños, mi pelotita, tan pequeñita. -Agregó con amor dejando un casto beso en su frente.
- ¿Hoy estaba de cumpleaños? Lo olvide. -Mencionó sin interés su progenitor desde el sofá sin siquiera darle una mirada, o siquiera una disculpa, aunque realmente lo deseaba.

Sin notarlo nuevamente una pelea había comenzado en aquellas cuatro paredes, sus padres jóvenes, inconsecuente y torpes siempre sabían como arruinar cada segundo del día, aunque la culpa siempre estaba en su ser al ellos hacerles saber que la razón no era una más que ella, más su abuela cada vez que podía estaba allí para ella, cual heroína se alzaba a favor de su pequeña nieta.
- Estoy cansada de esta cría, ni siquiera quería tenerla. -Gritó su madre pareciendo lanzad cuchillas a quien se atreviera a verle.
- No eres la única, no la quiero, jamás la quise.-Agregó su padre mientras la pequeña sentía sus ojos empaparse, bien sabia no era querida, pero oírlo era un más desgarrador que una idea, pues esta era la realidad, la respuesta. - Bueno, si ustedes no la quieren, yo si la quiero, pero no permitiré le vuelvan a lastimar, si aceptan no vuelvan, ella no lo merece. -Mencionó su abuela mientras de levantaba de su asiento caminando hacia su pequeña, con cuidado la tomo entre sus brazos ocultando el ahora lloroso rostro de su nieta en su cuello dando pequeñas palmaditas en su espalda.
- Haz lo que quieras. -Respondió su madre seguido de un si de su padre, y sin más la mayor con nieta en brazos salió de la casa dejando a la pequeña en el asiento trasero de su auto. - Espera aquí, cariño, ya vengo. - Dejo una caricia en su mejilla regordeta, mientras de alguna manera trataba de limpiar aquellas pequeñas lagrimas que hacían doler su débil corazón.
- Abuela, ¿Por qué mamá y papá me odian? - Su abuela no supo que decir, ciertamente nunca supo que decir, quizás era demasiado duro para una niña o más bien ni ella misma sabía la razón de aquel sentir tan despreciable.

Sin más, aquel día fue el último que vio a sus padres, aún así una pizca de esperanza siempre vivió en su corazón causando que se diera vuelta mirando a través de la ventana del auto hacia el que era su hogar, esperando ver aunque sea una pequeña mirada, pero incluso cuando su abuela llevo hasta el último objeto de su pertenencia, aún así nadie fue a despedirla. No mentiría al decir que su vida cambió por completo una vez que llegó al cobijo de su abuela, a pesar de irse al otro lado del mundo con ella sabia bien con ella podría ser realmente amada.

< FIN FLASHBACK >

Sonrió mecánicamente al recordar ese día, falso sería decir que no extraño por mucho tiempo a sus padres, aún más al ver familias en las calles, más sin embargo no cambiaría nada de su vida, pues esta misma pudo cambiar para mejor gracias a su Nana. Dio vuelta la fotografía leyendo la letra de ella "Junto a mi pelotita" Una risita repleta de amor salió de sus labios al recordar aquel apodo que le solía decir mientras una pequeña lágrima escapaba, seguido de varias más que le hicieron temblar en su asiento.
- Te hecho tanto de menos, abuelita. -Murmuro en un hilo de voz, dejando su tristeza salir por todo el tiempo que necesite, más sabia bien que si su abuela la viera no gustaría verle así, suspiro limpiando su rostro con sus manos, para así posteriormente seguir viendo las fotografías riendo ante viejos recuerdos e incluso viendo algunas memorias de su abuela cuando joven, inevitable fue su curiosidad al encontrar las fotos junto a la mejor amiga de su abuela, solo le conocía a través de fotos además de cartas o llamadas que solían hacer de joven, su abuela la conoció cuando era joven, una vez fue de intercambio por un año a Asia, mentiría al decir que recordaba cual país, pues su memoria a veces solía fallarle, no sabía pronunciar bien su nombre por lo cual solía decirle la señorita Min, incluso después de la muerte de su abuela solía escribirle cartas o incluso llamarle para saber como estaba, muchas veces invitándola a verla allá, sin embargo siempre declinaba.

Con cuidado guardo nuevamente los recuerdos en aquella caja para posteriormente ponerla en su sitio, el día se le paso volando tan solo preparando una maruchan de camarón para poder satisfacer su hambre, más sin embargo en cuanto termino ni en cuenta pudo aguantar el sueño que atravesaba su cuerpo.
- Una siestecita no le hará mal a nadie.-Murmuró para si misma, cayendo sin darse cuenta en los brazos de Morfeo, esperando quizás verlo a él.

MOONLIGHT ୨୧ YANG JUNGWON ࣪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora