Prólogo

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Puta vida.
Mi corazón latía con fuerza mientras movía mis piernas lo más rápido posible. Necesitaba encontrar el dinero. Lo necesitaba ahora. Y eso era probablemente lo único que me hacía correr así: la desesperación. Doblé a la derecha y vi de inmediato la secundaria. Seguí corriendo rezando para encontrar las puertas o alguna maldita ventana abierta. Subí los escalones y empujé las puertas.

Cerradas.
Puta vida.

Rodeé el edificio buscando alguna ventana abierta. Divisé tres autos estacionados aún en el estacionamiento, tenía que haber alguien que me ayudara. Necesitaba encontrar el dinero, y si no me equivoco, estaba en el bolso que olvidé en la biblioteca. En la séptima ventana que probé, me alivié un poco. Estaba abierta. Empujé hacia arriba y la abrí lo suficiente para entrar. Joder, estaría en tantos problemas si alguien me viera. Así que fui rápida y entré. Cuando puse mis pies en el piso, me di cuenta que era la oficina del Señor Krishner, el director. ¿En serio tenía tanta mala suerte? Y ahí me congelé. Escuché los pasos venir y me escondí lo más rápido que pude detrás del sofá. La puerta se abrió y escuché la conversación que el Señor Krishner y otros profesores tenían. Me hice más pequeña, sólo para asegurarme que no me vieran y luego, juro que mi corazón dejo de latir cuando entendí de qué hablaban.

La rabia me invadió y maldije en mi cabeza. Pero que hijos de puta más grandes.

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