Capítulo 3: "Begin again"

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Para cuando termina mi turno en Ruby's estoy increíblemente agotada, pero aún tengo que cumplir con otro turno en Blood&Bones, así que me trato de dar ánimos sola y me digo a mí misma que con un buen café todo estará bien. Ilusa.

Me despido de Thomas con un beso en la mejilla y cierro la puerta de mi Jeep. Él siempre hace lo mismo, me lleva hasta el auto y sólo camina hacia el suyo cuando yo ya estoy saliendo del callejón. Tomo la calle 56, que va camino al Central Park y luego me desvío por la 84, dirigiéndome al Puente de Manhattan y luego tomo la FDR y me dirijo hacia el Upper East Side, siempre está más despejado el tráfico por estos lados, así que llego en unos diez minutos. En B&B, como a todos les gusta llamar al club, hay un estacionamiento exclusivo para los trabajadores, por lo cual me siento más segura que en el tétrico callejón detrás de Ruby's; pero B&B, a pesar de su estilo, no me termina por convencer. Estaciono y veo que algunos de mis colegas ya se están yendo a sus casas, con la mayoría sólo coincido unas dos o tres veces por semanas, pero también está Drake, el bar tender y la única persona que me agrada en este club del infierno, a quien veo en todos mis turnos.

Drake vive a unas cuadras del club, su hermano es el dueño y es algo así como el negocio familiar. Su hermano, Aaron, es mi jefe y es bastante agradable; sólo me gustaría que el resto de las camareras fueran así de agradable. Y los clientes, joder, me sacan de quicio. La mitad del tiempo me la paso pensando en arrojarles el maldito refresco en la cara y la otra mitad me la gasto en pensar formas para que Aaron no se entere. Como quisiera poner en su lugar a unas cuantas personas.

A penas bajo del auto, siento el bajo de la música rebotar contra mi cuerpo, y cuando finalmente entro al lugar, el sonido me golpea de lleno. El olor a sudor y algo más -que no quiero saber qué es- inundan mis fosas nasales, camino con rapidez y me cambio al uniforme, que no es más que un crop top blanco y una falda, muy corta para mi seguridad, negra de cuero, los tacones negros cerrados al menos son cómodos y, la verdad, me gustan mucho. Pero, ¿de verdad la falda tiene que ser tan jodidamente corta? Tomo mi libreta con el lápiz y salgo con prontitud de los vestidores, enganchando la libreta viendo que ya va a empezar mi turno. Abro la puerta que da a la barra y finalmente estoy de veras en el club.

- ¡Drake! - Saludo a mi amigo, gritando sobre la música. Él voltea con una sonrisa y me saluda con una mano, mientras rodeo la barra. Quedo frente a él y le sonrío. - ¿Qué pasa, anciano?

- Son sólo ocho años, Ellie, no te creas. - Me dice con una sonrisa ladeada y deja sobre la barra unas copas de algún trago. - Lo siento, chica, pero en la tres piden cosmopolitas.

Suspiro y le hago un gesto para que me alcance alguna de las bandejas en la parte de atrás de la barra. Drake me la pasa con rapidez y luego llegan unos chicos demasiado ruidosos pidiendo cervezas; intercambiamos miradas conocedoras, porque sabemos como terminan esas noches, pongo las tres copas en la bandeja y me encamino a la mesa. Son tres chicas rubias platinadas, enfundadas en unos vestidos que se les pegan como una segunda piel y llevan mucho maquillaje en su rostro.

- Hola, soy Ellie, seré su camarera por lo que queda de la noche - Digo llamando su atención, ellas asienten en reconocimiento y rápidamente vuelven a su conversación. Mientras pongo sus copas con cuidado en la mesa, no puedo evitar escuchar su conversación.

- Te digo que está aquí, Jules - Le dice la de rojo a la chica de negro. Esta última sonríe con malicia.

- Hoy será mío, perras - Hay algo en su tono que me pone un poco nerviosa. Pongo la última copa, y les sonrío.

- ¿Desean algo más?

La chica de negro fija sus ojos en mí, es bonita, pero bueno, todas ellas lo son. - No. - Asiento y me doy la vuelta para irme.

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