La magia, los milagros, los agüeros, las predicciones... las maldiciones. Todo ello hacia parte de su cultura sin importar a donde fueran, la gente no tenía que ir a Encanto para saber que ciertas cosas, ya fueran energías, espíritus, deseos o lo que sea, existían en algún lugar y tenían poder.
Y justo ahora, frente a los ojos de Bruno se confirmaba una vez más.
Sus ojos dejaron de brillar, la arena se dejó de mover y frente a sus ojos una evidencia que debía eliminar inmediatamente. Se maldijo a sí mismo al recordar que ya no tenía a sus ratas para ayudarle a esconder la placa de esmeralda. Solo le quedó romperla contra el suelo y recoger los pedazos en un saco de construcción que llevó al rio. Comenzó a partir cada trozo en pedazos más pequeños que fueron llevados por la corriente de una pequeña quebrada que pasaba por el pueblo, feliz de que nadie estuviera ese día lavando oro en la orilla como solía hacerse entre semana.
Lo que había visto, el futuro que le esperaba a su familia... era una maldición, una maldición que sabe perfectamente que él inició, que sus acciones tienen consecuencia sin importar que tan feliz intente ser. Lo más duro para él era saber que posiblemente no estuviera vivo cuando todo esto sucediera.
Meditó un momento a la orilla de la quebrada, definitivamente no le podía decir a nadie, esto era incluso peor que aquella vez en que predijo el destino de Mirabel, esto no era una cosa al azar, esto era realmente grave.
Lo único que le quedaba hacer era aceptarlo, porque si algo le había enseñado el ser vidente era que la posibilidad de cambiar el futuro en casi inexistente y él estaba ya muy viejo para intentar hacer algo al respecto.
Pocas veces en su vida era egoísta, pero esta vez, dejará que el futuro se encargue del futuro, sin intervenir.
Sus manos sangraban, pero no importaba, se limpió lo mejor que pudo y volvió a su casa con todo el evento tapando sus acciones presentes. Al llegar fue a la cocina y comenzó a comer, por la sazón supo que era de su hermana, cosa buena ya que así las marcas en sus manos desaparecerían.
—¿Dónde estabas? —Preguntó Mirabel con cierto nerviosismo, después de todo era obvio que la palidez de su esposo era por la reciente noticia que le había dado.
¿Cierto?
—Fui a hacer una visión—Una verdad a medias siempre será mejor que una mentira, pensó Bruno. Mirabel pareció interesada.
—¿Pasará algo malo? —Se notaba alarmada, Bruno tragó en seco.
—Será niña—Sonrió lo mejor que pudo—Nuestro hijo será otra bella niña, como la mamá—El respiro de alivio que dio su esposa fue suficiente señal para saber que estaba haciendo lo correcto.
—Ustedes se están como secreteando mucho no, ¿qué tanto esconden? —Preguntó Dolores en voz alta, quien obviamente había escuchado de lo que hablaban y como siempre, no podía aguantar el chisme.
Todos los miraron expectantes por la respuesta, ambos, algo nerviosos se miraron, asintiendo con una conversación silenciosa antes de poder hablar.
—Estoy embarazada, si, otra vez—Intentó bromear a lo que todos se quedaron realmente sorprendidos, pero de uno en uno los fueron felicitando. Los únicos rastros de incomodidad que se vieron fueron de parte de Agustín, pero parecía igual de feliz al resto.
La única que se quedó mirando sin decir nada fue Julieta, quien solo sonrió para luego desaparecer en una de las habitaciones. La pareja terminó de recibir los abrazos emocionados para luego Bruno ir hacia donde había ido su hermana, sabía que no debía estar pasándola muy bien.
—Toc toc toc—Dijo mientras golpeaba la madera de la puerta.
—Toca madera—Respondió Julieta mientras tocaba el arco de la cama rustica. —Je, justo como cuando éramos niños.
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De vuelta al árbol | Segunda parte MiraBruno
FanfictionCinco años después de huir, Bruno y Mirabel se ven obligados a volver a Encanto para hacer las paces con su familia, incluso aunque el proceso resulte sumamente doloroso con su hijo en medio.