Prólogo: La última vida

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Desde que tengo uso de razón, he estado buscando el amor. No me mires así, solo soy un constructo de la sociedad.

Estamos estratégicamente configurados para creer que no somos nada sin el dichoso amor, para pensar que no somos más que mitades incompletas que tienen que dedicar su vida a buscar a otra naranja descuartizada que encajará con nosotros a la perfección, a nuestra alma gemela, esa persona que nos llenará y nos alejará de la temible y oscura soledad.

La cosa es que, por primera vez en mi existencia, estaba empezando a asimilar que se trata de una búsqueda peligrosa. Es como una de esas aventuras llenas de brujas, monstruos y otros tantos devoradores de corazones que te dejan destrozado una y otra y otra vez, hasta agotar todas y cada una de tus vidas. Entonces lo comprendí: el amor no merece tanto sufrimiento.

Y cuando por fin sentí que estaba viviendo mi última oportunidad de ser feliz, cuando por fin estaba disfrutando de mí, huyendo del dolor, del desasosiego, de todas las lágrimas derramadas; cuando por fin me prometí que no volvería a sufrir por nadie nunca más; sin buscarte, apareciste; y lo jodiste todo.

Yo, pero contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora