Epílogo: Te quise tanto, que aprendí

15 3 0
                                    

El autobús olía a nosotros, a kilómetros de nuestra historia. Y deshaciendo el camino que una vez me trajo hasta ti, hice una parada en todos y cada uno de los porqués.

Estaba acostumbrado a ser el que pierde, el que queda relegado a la nada por luchar el todo; estaba acostumbrado a ser la consecuencia, restos de guerras que no me pertenecían.

Pero, esta vez, cuando me encontré con mi reflejo, lo supe. Algo había cambiado en mi mirada; ya no era un niño asustado en busca de unos brazos en los que resguardarse, ya no era una cáscara vacía que aspira a ser llenada por cualquier amor, ya ni siquiera huía de la soledad que durante tanto tiempo me había amenazado detrás de cada esquina; estaba en paz; y es que, de tanto quererte, sin querer, aprendí a quererme a mí, y ya no cabe duda: si tengo que elegir entre tú y yo, me elijo siempre. Porque este he sido yo, pero contigo; y ahora tienes que aprender a ser tú, pero sin mí.

Yo, pero contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora