CAPÍTULO 7:LA GOLONDRINA DE FUEGO

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Anochecía.

El sol moría en el horizonte, sus rayos quemaban a las últimas nubes y el color ardiente en el cielo iba derritiéndose poco a poco, cediendo ante el peso implacable de la noche.

Anochecía cuando la araña se detuvo finalmente, después de dos días de viaje por el interminable bosque. Era una tarde calmada y apacible, no parecía haber nada fuera de lo común. El clima era agradable y la noche sería templada por lo que podía sentirse en el aire.

Las lunas se veían claramente, tres de ellas estaban en su máximo esplendor, iluminando ansiosas incluso antes de que el sol se escondiera en el poniente. Y pese a que todo se veía perfectamente normal y sin alteraciones, los hermanos Luminarias sabían que había algo diferente. Algo que apenas podía sentirse, pero que estaba allí... o lo estaría.

El robot de Katerina se detuvo a unos metros de un hermoso y vasto lago cristalino. Lo rodeaban y custodiaban altísimos árboles de frondosos troncos, viejos como el mismo tiempo. Era un lugar tan hermoso que resultaba increíble ver que nadie lo frecuentaba. Ciertamente estaba muy perdido en el interior de ese bosque, que en ocasiones se portaba como un confuso laberinto. Pero un sitio tan apacible no podía ser desconocido por todas las criaturas inteligentes que allí moraban ¿verdad?

—Nunca nadie ha visto a la Golondrina... precisamente porque es invisible —les explicó Katerina mientras terminaba de mover todos los controles en el panel—. Cuando se asusta o se ve en la necesidad de defenderse, es cuando quema el oxígeno a su alrededor y se envuelve en fuego. Esas son las ocasiones en que ha sido avistada.

—¿Y cómo vamos a detenernos a hablarle a un ave? —preguntó Lubah.

—Es que no lo haremos, y allí está la magia de haber comprado información de vital importancia —le sonrió orgullosa—. En esta noche en especial, con triple luna llena en lo alto, la Golondrina se transforma y adquiere forma... cuasi humana. Hay quienes dicen que lo hace para cantarle a las lunas. Y hay quienes aseguran que la Golondrina es la última de su especie, y que se sienta allí cada noche de triple luna llena esperando que alguien de su especie aparezca.

—¿La última? —repitió Kayra con pesar—. Primero los Dragones y ahora las Golondrinas... ¡no es justo!

—Oh, cariño. No debes sentirte así. Los Dragones, las Golondrinas de Fuego, los Leviatanes... y tantas otras criaturas pertenecen a un mundo antiguo que ya no existe. El mundo se hizo demasiado salvaje, aún para ellos. Su tiempo se acabó, sencillamente eso. Algún día, dentro de muchos años, les llegará el turno a los lobos, a los vampiros, a las Luminarias... toda especie tiene su ciclo.

Para Kayra, esas palabras fueron bastante importantes. Katerina las había dicho de forma muy simple y sin darle importancia, pero para el niño era algo realmente... trascendental. Claro, porque aún tenía sobre sus pequeños hombros, el peso de haber "asesinado" a un par de Dragones indefensos. Pero escuchar algo así... respaldaba mucho lo que Lubah le había dicho sobre ser responsables de hechos pasados con los que no tenían nada que ver.

No dijo nada, simplemente asintió y se quedó sentado sobre los almohadones.

Katerina movió unas palancas y de repente la araña enterró sus grandes patas metálicas en la tierra, y nuevamente se convertía en una redonda roca.

—Debemos esperar hasta la noche —dijo emocionada.

Sólo un par de horas hasta que la noche cubrió con un suave manto negro el cielo. Las lunas brillaban tanto que era como tener tres faros guiando a cualquiera que pudiera perderse. Eso era lo bueno de ese lugar, lo hermoso también. Al menos para los dos hermanos, al no estar cubiertos de árboles no se sentían sofocados. La frescura que proporcionaba el lago ayudaba mucho y el tenue brillo lunar era tan reconfortante que por momentos lo creían irreal.

Cuando la Luz oscureceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora