Estamos en el avión privado de mi familia de regreso a Roma. Aquiles esta sentado frente mi pero su mirada esta fija a través de la ventana, observando las hermosas nubes que nos acompañan. No ha dicho una palabra desde que subimos y apenas llevamos una hora de las dos que nos falta para llegar.
Puedo notar la tranquilidad que maneja, ni siquiera refleja el temor que tenía cuando veníamos a Venecia, no hay risas, no hay palabras, no hay más que su silencio y mirada pérdida entre las nubes.
Lo miro de reojo recordando la discusión que quedó inconclusa después de la fiesta de mi prima, la noche que tuvimos el mejor sexo de mi vida porque hay una gran diferencia entre el primer beso que nos dimos y la noche de lujuria que tuvimos. No me ilusiono porque todo esto ya terminó, además que después de contarle lo que me pasó está actuando tan distante, no hay chistes sobre robos, no hay doble sentido, no se por qué tuvo que afectarle tanto mi confesión.
Decido cortar este ambiente tan tenso, este es quizás el último día que lo vuelva a ver y me gustaría al menos decirle adiós.
—Fue un viaje interesante.—Espeto pero solo asienta con su cabeza sin mirarme.
¿Qué diablos le sucede?.
Después de otro silencio largo lo vuelvo a intentar—¿Estás bien?.
Recién ahí decide posar su mirada en mi y abre su boca para decirme algo pero la vuelve a cerrar, siento que hay algo que le perturba desde que hablamos, no había visto esta parte de su personalidad y no lo entiendo.
—Estoy bien Fiorella.—Hace una pausa, se acomoda en su asiento para quedar frente a mi y me da una mirada fría.
—Lamento mucho haberte robado.—Me quedo fría en las alturas, literalmente. No imaginé que iba a decir eso. Abro mi boca pero hace un gesto con su dedo para evitar que hable. —Es la última vez que nos vamos a ver, de eso estoy seguro... —Siento una punzada en el pecho al escucharlo. —Al principio pensé que eras una mujer caprichosa rodeada de lujos pero al conocerte estos pocos días pude darme cuenta que solo eres víctima de las decisiones de otros, incluyendo las mías, no hay mucho que pueda decir de mi pero tú...—Hace una pausa—Eres preciosa, eres inolvidable, nunca he estado con una mujer como tú y me arrepiento de haberte dicho lo contrario esa noche después de follarnos en ese baño.
No puedo digerir lo que esta diciendo y me limito a mirarlo, mientras él continúa hablando.—Yo soy lo que soy y eso no cambiará, no busco enamorarte o enamorarme de ti, se que tú también piensas igual...—Sonríe de medio lado y el mundo se paraliza.— Esto no es romántico, yo soy un delincuente y debería pagar por lo que te hice pero lo único que te puedo pedir es perdón por todo Fiorella.—Sus palabras son sinceras y su perdón es aún más profundo para lo que pasó. No lo entiendo.
No sé que decir al respecto y menos mirándolo de esta manera que ni yo misma lo comprendo. Aquiles me devolvió una sonrisa cuando pensé jamás volver hacerlo, me abrí con él, lo conocí de la manera más inesperada e irónica y aún así no dejo de perderme en su mirada después de estos pocos días, tal vez es masoquismo porque no puedo estar enamorada de un ladrón pero no es eso lo que veo de él, por alguna razón en este tiempo vi más allá de cualquier defecto y me sorprendí de su capacidad humana y única de hacerme olvidar lo que soy.
De poder contarle mi historia aunque su reacción fue tan inesperada que no pienso preguntarle el por qué huyó de mi habitación. Pienso todo eso pero no es lo que digo y espeto.—No puedo agradecerte por hacer lo que correspondía según el trato que hicimos...—Trago duro— No tengo nada que perdonar Aquiles, espero que puedas seguir adelante con tu vida de la manera que consideres correcta.
ESTÁS LEYENDO
Robando tu corazón |EN DESARROLLO
Roman d'amourFiorella Altadonna es una mujer ruda aunque su apariencia angelical pueda engañar a cualquiera. Su apellido es uno de los más poderosos de Italia pero su personalidad avasallante y su ímpetu de llevar siempre la contraria la ha convertido en la ovej...