VI. Me has lastimado.

149 24 4
                                    

El centro de Venecia es más hermoso de lo que recordaba.

Muy pintoresco en algunas partes y sus canales de aguas dan un aspecto asombroso a todo el lugar, hace muchos años no lo visitaba, había olvidado cómo se siente estar en esta parte del mundo.

— De ninguna manera me subiré a eso.— Aquiles señala la góndola que está frente a nosotros.

— Eres tan cobarde para ser quién eres.— Espeto mientras sonrío.

— No soy cobarde Fiorella, soy estable, no me gusta explorar cosas extrañas.

Cobarde.

— Sube ya Aquiles.— Le digo mientras el señor que conduce me tiende su mano y me ayuda a subir.

Él imita mi acción de mala gana y observo de reojo como juguetea con sus manos en un gesto de nerviosismo.

¿Por qué se ve tan tierno?

—Definitivamente esto es una maldita tortura por haberte robado.—Espeta mientras iniciamos el recorrido y yo me río de sus ocurrencias.

—Respira, no es tan malo, además el paseo es una de las cosas más interesantes de Venecia.

Rueda sus ojos restándole importancia a lo que acabo de decir.

Observamos cada una de las maravillas que tiene recorrer esta ciudad, muchas de sus calles  siguen conservando la nomenclatura del siglo XI y es uno de sus patrimonios mas representativos, lo supe cuando vine de niña.

Mi vista agradece a la vida por darme el privilegio de poder apreciar tan hermoso lugar, estoy sumergida en mis pensamientos cuando siento la mirada de Aquiles clavada en mí.

—¿Qué tanto me miras?.—Le pregunto mientras le mantengo la mirada.

—Lo jodidamente bonita que eres.—Espeta sin ningún tipo de vergüenza y me ruborizo de inmediato.

No lo creí capaz de hacer este tipo de cumplidos.

No sé qué decir.

—Mmm...supongo que debo decirte ¿Gracias?.

Se encoge de hombros—No creas todo lo que digo, tal vez estoy un poco drogado con el movimiento de esta cosa.—Dice en un tono divertido mientras señala la góndola y por alguna razón me molesta un poco sus palabras.

—¿Te gusta burlarte de mi?—Le cuestiono.

—Me gusta que trates de descifrarme.

—¿Qué?—Espeto de manera incrédula.

Se encoge de hombros—Yo me entiendo.

—Detesto cuando me hablas a medias.

Una carcajada surge de él— Solo intento hacer más ameno esta ridiculez.

¿Le parece ridículo esto?

Aunque no está alejado de la verdad, esto es una farsa.

—Siamo Arrivati—  Nos indica el señor y lo agradezco.

— Grazie— Espeto. 

Llegamos al puerto de desembarque y Aquiles desciende primero, me ayuda a bajar de la góndola y la brisa es tan fresca que levanta un poco mi vestido y reímos de eso.

—Sin desnudos Fio por favor.—Dice mientras emprendemos el recorrido por las tiendas.

—¿Fio?, no coloques ese diminutivo tan horrible a mi nombre por favor.

—Lo que tú digas Fio.—Espeta en tono de burla y ruedo mis ojos.

Aprovecho este recorrido para observarlo de reojo, aunque no lo admita parece tan sorprendido por todo a su alrededor, en ocasiones intenta disimular su asombro pero puedo percibirlo y por alguna razón me causa ternura.

Robando tu corazón |EN DESARROLLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora