☆ capítulo 2

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Taehyung terminaba de poner la mesa con esmeró mientras su esposo continuaba arreglándose en la habitación

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Taehyung terminaba de poner la mesa con esmeró mientras su esposo continuaba arreglándose en la habitación.

Por otra lado, el reloj en la encimera comenzó a vibrar y hacer un pequeño ruido indicando que la comida estaba totalmente lista para ser retirada del horno. Con mucho cuidado de no tirar la charola ni quemarse, saco el platillo ―claro, colocándose unos guantes anterioridad― poniendolo justo en el centro de la mesa, junto a otras guarniciones que también había preparado.

Tae sonrío con orgullo observando la comida hecha con sus propias manos, la mesa lista y el lugar completamente limpio, todo gracias a su esfuerzo.

Todo se veía perfecto.

El menor había esperado con mucha emoción esta cena, o mejor dicho cada semana ansiaba con que el viernes llegará para ver a los papás de Namjoon. Taehyung los quería demasiado y ellos también lo amaban de la misma manera.

Lastima que no podía decir lo mismo de su esposo.

Esperaba que con la visita de sus propios padres el mayor cambiará la actitud tan déspota y cruel que tenía con él.

Pero normalmente siempre terminaba igual.

Con su esposo lastimándolo de todas las formas posibles y él con el corazón más roto que antes.

El ya conocido timbre se escuchó resonando en el departamento, sacando al menor de sus pensamientos.

Al fin habían llegado.

Taehyung corrió con felicidad hacia la puerta para abrirla, no sin antes arreglar con rapidez su ropa. ―ya cambiada por otra como le había ordenado el mayor.

Sin más abrió.

Recibiendo de inmediato un fuerte abrazó de parte de su suegra.

―¡Cariño! —exclamó con emoción la mamá de su esposo― ¡Te extrañe muchísimo! ―dijo aún sin soltarlo.

―Yo también la extrañe, señora.

Contesto el menor, correspondiéndole de la misma manera.

—Querida, ya puedes soltarlo, recuerda que Taehyung necesita respirar ―habló el señor Kim― Hola muchacho, que bueno verte otra vez —extendió su mano para saludarlo.

Taehyung acepto el saludo con una sonrisa, cuando por fin fue liberado por la señora Kim.

—Dime, ¿Cómo has estado, cariño? Hace dos semanas que no te veo ―dijo la mayor― Lamento que no hayamos podido venir el viernes pasado, ese evento nos salió de imprevisto.

―No se preocupe señora, lo entiendo ―dijo, amablemente― He estado muy bien, ya sabe ocupado con cosas del hogar y demás, pero feliz.

Mintió.

―Me alegro que así sea, cielo ―le dijo con una sonrisa― ¿Y dónde esta mi querido hijo?

―Acá estoy, madre.

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