𝙽𝙴𝚆 𝚈𝙾𝚁𝙺
— 2 whiskys porfavor —Hablo una totalmente ebria Anna, no estaba pasando por un buen momento o eso es lo que siempre decía cada vez que le preguntaban porque bebía hasta quedar inconsciente en los bares.
Había pasado un año, desde la última vez que vio a Charli, la extrañaba mucho pero su error no le permitía volver a si quiera hablar de ella sin que recordará las cosas horribles que le había dicho al amor de su vida, por otro lado también extrañaba mucho su vida en Los Ángeles.
Su mejor amiga y ella no habían vuelto hablar desde aquel día en el que arruinó cualquier oportunidad que ella creía que tenía con Charli, no porque Dixie no quisiera...simplemente por lo cobarde que es Anna.
Había apartado cualquier tipo de comunicación con las hermanas D'amelio, más bien con la familia entera. Había borrado su cuenta de tiktok y su cuenta de Instagram, decidió alejarse de los chicos de la sway aunque ellos no tuvieran culpa alguna pero no consiguió hacerlo del todo.
Bryce jamás dejó de insistir y logró que ella hablará y desahogara sus penas con el, es su único amigo famoso ahora, después de todo tratar de alejarse de las redes sociales no le sirvió ya que su actual novia Madison Beer seguía siendo una figura pública y cantante reconocida, la mayoría de veces cuando salían juntas habían paparazzis detrás de ellas.
— Muchas gracias Rick, perdón por tener que hacer esto cada fin de semana.
— Es mi deber, no me gusta ver a la señorita Anna así.
— A mi tampoco.
Mire muy feo a Rick, uno de los guardaespaldas de papá...o mi niñera personal, mis padres saben las cosas que hago cada fin de semana, al día siguiente me regañan y el siguiente fin de semana se repite, sinceramente no me importa lo que me digan lo que siento por dentro me duele más de lo que me puedan decir mis padres o Madison.
Mi vida había cambiado para mal, pero lo único que conserve de toda la aventura de las redes sociales fue la música, seguí escribiendo canciones y tengo como para 2 álbumes o más...todas sobre como recuerdo a Charli.
Me llevaron a casa a rastras y Rick nos dejó en nuestro departamento.
— ¿Hasta cuándo?¿CUANDO CARAJOS PIENSAS PARAR? —grito Mads hecha furia.
— No lo sé —su cara roja llena de furia no me importaba, la razón es simple.
Estoy ebria, nada me importa.
— Es la quinta vez, ¡Quinta!, que voy por ti al mismo maldito bar...tienes que parar.
— Me siento bien así, tengo paz mental solo cuando bebo y ahora déjame en paz ¿quieres?
— Si no te quisiera tanto yo...te juro que no estaríamos aquí.
— Dejame dormir.
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