Epílogo

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8 años después…

-When you said that you loved me~
Nan haneul wireul geotne…
Yeongweoneul malhaejwo just one more time… -cantó un castaño al oído de su esposo.

-When you said that you loved me~
Nan geu han madimyeon dwae…
Byenonhaji anneundago just one more time… -siguió el pelinegro sobre los labios de su amor.

-Ay no, ya empezaron con sus cursilerías.- dijo un chiquillo de 12 años ante el ambiente romántico que mantenían los mayores.

-Oye déjalos, nuestros papis merecen tener sus momentos felices.- refutó una niña
muy linda con un tierno puchero.

Los mencionados observaban a sus retoños discutir por sus muestras de amor, siempre
era lo mismo, aunque ellos sabían que lo hacían por molestarlos.

-Yo más bien diría que cierto jovencito está celoso.- dijo el castaño, yendo con su hijo
mayor para abrazarlo y darle pequeños besos en la mejilla.

-¡Oye no! ¡Suéltame!- “se quejaba” el niño con una enorme sonrisa en su rostro,
amaba los mimos de su papi.

-Ven princesa.- dijo el azabache, alzando a su hija de 8 años en sus fuertes brazos.

-Papá, ¿iremos por helado?- preguntó la niña con una sonrisa encantadora.

-Ummm pregúntale a papi si está de acuerdo.- besó la mejilla de su hija y la bajó, ésta salió corriendo a la cocina donde su papi preparaba los materiales para la cena.

-Papiiiiii- lo llamó con su voz infantil.

-Dime, cariño.- el mencionado se giró y observó a la niña sentarse en un taburete.

-¿Podemos ir con papá a comprar helado? Por favoooooor- rogaba la niña con sus
ojitos de cachorro.

-Pero si hace dos días comimos helado, Jisoo.- contestó y volvió a hacer su trabajo.

-Pero papiiiiii- chillaba la menor, convencer a su papi Jisung siempre era difícil.

-No hija, mejor ve y lávate las manos, me ayudarás con la cena y dile a Jihoon que baje.

-Está bien.- contestó la niña con un puchero de decepción, inmediatamente fue a hacer
lo que su papá le pidió.

-A veces eres malo con nuestros hijos.- dijo una voz profunda en su oído.

-Claro que no, sólo debemos enseñarles que deben ganarse las cosas con esfuerzo, si
les complacemos cada capricho, los vamos a mal acostumbrar a tenerlo todo, eso no
debe ser así.- lo señaló con un cuchillo y el azabache tragó con dificultad.

-Está bien mi amor, tienes razón.- el mayor lo abrazó por la espalda y depositó un
pequeño beso en su cuello.

-Anda, lávate las manos que tú también vas a ayudar.- dijo apartándolo juguetonamente.

-Pero Suuuung- sí, el hombre imponente de los negocios le estaba haciendo un berrinche.

-No empieces Chan, dale un buen ejemplo a tus hijos.

El mencionado hizo un puchero que lo hizo reír, sin refutar más fue a lavarse las manos
para después escuchar como sus dos hijos venían corriendo y jugando a la cocina. Al
estar todos listos, Jisung les indicó lo que haría cada quién y con base a burlas y juegos, la familia disfrutaba de esos momentos juntos.

20 años después…

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20 años después…

-¿En qué piensas, amor?- preguntó un hombre de cabello blanco mientras abrazaba a su pareja.

-En todo lo que vivimos.- el menor abrazó a su esposo con fuerza. -Desde que éramos
adolescentes, hasta hoy, que nuestra pequeña Jisoo se ha casado.

-Pasaron muchas cosas, pero, ¿sabes? Cada error sólo nos ayudó a fortalecernos,
nuestro amor es más fuerte que Thor.- bromeó y ambos rieron, después observaron el cielo nocturno, sus sonrisas se ensancharon.

-¿Lo hicimos bien?- preguntó el de labios abultados.

-Lo hicimos bien.- confirmó el más alto.

Se besaron, como hace tantos años, sus bocas se conocían, sus cuerpos se acoplaban y no podían estar más felices al saber que sus dos hijos, ya habían volado y encontrado su propio camino.

-Abuelitooooooos- un chiquillo de unos cuatro años corría hacia la pareja de ancianos.

-Pequeño Jake.- respondió el de ojos color marrón acariciando la melena castaña
del niño.

-Papá, papi. ¿Qué hacen acá afuera? Hace frío.- les dijo su hijo mayor mientras les
ponía un abrigo a cada uno.

-Vamos que tus padres aún somos fuertes, Jihoon.- mencionó Chan.

Los cuatro regresaron a la celebración de la boda de su hija, contentos de saber que a
pesar del error que casi les cuesta la felicidad, supieron darse el tiempo que necesitaban para entregarse nuevamente y poder concretar los sueños que habían ansiado con tanto fervor desde su juventud.

Porque el verdadero amor todo lo puede, todo lo espera y todo lo soporta.

𝘿𝘼𝙍𝘼 𝘿𝙀𝙄𝙎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora