04

401 43 3
                                    

¿Quién sabe de hechizos que duerman las penas?
¿Quién sabe de pócimas para olvidar?
Si la brujería es capaz de curarme.
¿Dónde la puedo encontrar?

Actualidad…

Caminaba por las calles transitadas del centro de Seúl, ese día se cumplían dos años de su divorcio, el vacío aún seguía instalado en su pecho, en ese tiempo no había tenido la oportunidad de volver a ver a su ex esposo, si se preguntan por su amante, a los dos meses de su divorcio acabó con todo, muy tarde lógicamente, el pálido le dedicó unas
cuantas ofensas cuando él se marchó de su departamento.

Si le cuestionaban, se sentía mejor sin él, hasta ese momento se dio cuenta que había cometido la mayor estupidez de su vida al haber hecho a un lado a la única persona que en realidad ama, por una cosa que sólo fue pasajera.

Deseaba lanzarse un hechizo para dormir todas esas penas.

Deseaba beber alguna pócima para olvidarse de todo.

Tal vez la brujería sería la cura que él necesitaba, si era así, ¿dónde la encontraría?

Se rió ante sus locos pensamientos, no había hechizos, pócimas o brujería que le quite aquel dolor que él mismo causó, los únicos que podrían sería el tiempo, y la persona por la cual está sufriendo: Jisung.

El castaño había regresado a su ciudad natal Anyang-Gwacheon, desde su divorcio decidió empezar de nuevo, junto a su familia, él siguió dedicándose a la cocina ya que junto a su hermano abrieron un restaurante de comida japonesa en el cual les va ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El castaño había regresado a su ciudad natal Anyang-Gwacheon, desde su divorcio decidió empezar de nuevo, junto a su familia, él siguió dedicándose a la cocina ya que junto a su hermano abrieron un restaurante de comida japonesa en el cual les va muy bien.

No se puede quejar, su vida tomó un giro inesperado y ahora se siente realizado, sus padres lo apoyan al igual que su hermano, además, tiene la constante compañía de Hyunjin, ese hermoso chico rubio se había convertido en su soporte, cuando le dijo que regresaría a Gwacheon, no lo dudó y se fue con él, empezó a trabajar en el bufete de abogados de su padre, sí, aparentemente todo iba de maravilla, aunque en ocasiones no
podía evitar pensar en el pelinegro, ¿cómo estará?, ¿se alimentará de forma adecuada?, esperaba que todo estuviera bien con su empresa… A pesar de todo lo sucedido, él aún lo amaba, sí, sonaba estúpido pero era un sentimiento que no lo borraría de la noche a la
mañana, Chan había sido su todo desde que se enamoró de él, vivió tan feliz desde su reencuentro hasta sus últimos años de matrimonio que le costaba creer que todo había
terminado.

Es verdad que él lo había decidido así, pues ya no soportaba ser la burla de ese chiquillo desconocido y de su ex, lo mejor era que se librara de él y
empezara de nuevo, tal vez las cosas con el paso del tiempo mejorarían.

-Sunggie.- Lo llamó esa profunda voz.

-Dime.- Contestó sin dejar de ver el paisaje nocturno desde el balcón.

-¿Estás bien, cariño?- Preguntó mientras lo abrazaba por la espalda, dejando sus grandes manos sobre el abdomen del castaño.

-Sí. Solo pensaba.- Contestó apoyándose en el hombro del más grande.

-En Chan.- Afirmó el rubio abrazando con más fuerza al menor.

-Sí.- Contestó. -Sólo espero que le esté yendo bien… A pesar de todo, jamás podría odiarlo o algo parecido, junto a él viví parte de los mejores años de mi vida. -Dijo con melancolía.

-Lo sé y respeto eso.- Besó la suave cabellera castaña. -Pero sabes que ahora estoy para ti, mi amor.

El castaño se sintió terriblemente culpable, conocía sobre los
sentimientos de Hyunjin hacia él y no sabía si en algún momento de su vida podría corresponderle.

-Jin, tú sabes que…

-Sí, lo sé y tú también sabes que yo te esperaré.- Giró al castaño y lo abrazó por la cintura. -Estoy enamorado de ti desde hace tiempo Sung, hasta hoy he podido sostener esos sentimientos no correspondidos, pero ahora, sólo te pido que me des una oportunidad cuando estés listo, ¿sí?- Sonrió y besó esos belfos rosados, dulces y suaves, lo besó con todo el amor que podía entregarle siendo gratamente
correspondido por el dueño de sus suspiros.

El beso era lento y delicioso, saboreaban sus bocas calientes con exactitud. El castaño acariciaba los cabellos de su nuca y el más alto pasaba sus manos por la espalda y cintura del menor, sintiéndose, disfrutándose. El suave sonido del chasquido de sus bocas empezaba a encenderlos, sus cuerpos se buscaron, pegándose más, hasta que el aire les
hizo falta y se vieron obligados a separarse con la respiración agitada.

-Sólo dame una oportunidad Sunggie… Por favor.- Susurró el rubio contra su cuello mientras depositaba un beso ahí, sabiendo lo sensible que era el menor en esa zona.

-Jin~- Gimió pero rápidamente se separó. -Dame más tiempo, por favor.- Dijo en tono suplicante.

-El que necesites.- Besó la frente del castaño y con una sonrisa entró de nuevo a la habitación para dirigirse a la suya.

El menor se quedó meditando, ¿sería el momento idóneo para una nueva relación?

Suspiró con pesadez, aún no estaba listo, en su corazón aún reinaba aquel guapo y estúpido pelinegro.

Y si deseaba corresponder a los sentimientos del rubio sin ningún sentimiento enterrado, debía sanar primero, el problema era que no sabía si su amorío tenía cura.

𝘿𝘼𝙍𝘼 𝘿𝙀𝙄𝙎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora