Capitulo V: Una Bestia En La Caverna Orco

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Aconteció que ya para las horas de la tarde en el bosque sangriento, un grupo de orcos llenos de furia y pavor llevaban cargando a un humano que se hallaba inconsciente, este humano había matado al líder del grupo, el macho joven más fuerte de la tribu después del jefe de esta, dando a entender a sus primitivas mentes que este era un gran peligro y que el miedo en ellos creciera, pero en vez de darle muerte una vez lo sometieron por un descuido de este, decidieron hacer caso a la hembra mestiza del grupo, no porque la respetasen o temieran, si no que le temían a lo que dijo, que el gran jefe de su tribu podría enojarse si este no era quien le daba muerte al asesino de su hijo, así que en contra de sus instintos más básicos los orcos decidieron hacer caso a la hembra mestiza ya que no podían negar que esta era más inteligente y creativa que ellos.

La hembra mestiza de cabellos rojos tildando al naranja y piel parda clara en comparación a la verdosa de los demás orcos, se encontraba a la cabeza del grupo estaba más nerviosa que nadie y volteaba a ver al joven humano de vez en cuando, no porque le tuviera miedo, sino por preocupación de su estado, ella vio en el algo diferente que no había visto nunca en su vida, algo diferente a cualquier otro humano o ser similar, ella vio en este una gran fortaleza, un control increíble de habilidad y poder que discordaban con su apariencia, los humanos no eran tan altos como los orcos y este era un poco menor aun en talla, pero su presencia aun inconsciente era muy agraviante para el grupo de orcos cuyos números se vieron disminuidos por este humano, un humano que no había luchado con armas ni armaduras si no que venció al más fuerte de su grupo de casería a mano limpia y a muchos de ellos estando herido y cansado, la existencia de este humano le daba esperanza a la hembra mestiza que tenía un deseo en su corazón, uno que creída que solo este humano podría cumplir.

En toda su vida ella había sido tratada como herramienta, despreciada por la tribu sin sentir verdaderamente algún sentido de pertenencia hacia la misma, sintiéndose asqueada de las acciones de los orcos y de su forma de vivir, de su lujuria, salvajismo y pericia para las acciones atroces, ella ya había sido librada de uno de esos seres que odiaba, el macho para el que había sido reservada para procrear junto con él, este abominable ser se encontraba muerto y su cuerpo era llevado por los orcos hacia su caverna hogar junto con el humano, eso le dio alivio a ella, pero eso no implicaría que no sería tomada por algún otro hijo del jefe y esto le seguía preocupando, ella que nunca sintió nada parecido a la alegría o al amor, hoy se encontraba con sentimientos cruzados que no identificaba, emociones que nunca experimento de antemano si no desde el momento que vio al joven de cabellos caoba claros, pero sí pudo identificar una, uno que tenía claro cuál era su nombre y este era esperanza, la esperanza de que este humano podría darle muerte a tan profano clan de monstros, darle muerte al gran jefe orco y a ella que despreciaba su ser enteramente por ser en parte orco, ella tenía esperanza que el humano podría hacerla libre de esta realidad, de su vida, ella por ser una ser simple y de mente pura a pesar de las atrocidades en su entorno no contemplaba ideas como el suicidio pero si estaba consciente de que odiaba su vida y a sí misma.

Ya cerca de estar frente a la caverna llegando cerca del atardecer, la mujer semiorco volvió a darle un último vistazo al humano que seguía inconsciente y ver con alivio que la mano izquierda de este ya estaba completamente regenerada, esto le llamo la atención ya que no sabía que un humano podría hacer eso ya que ni los orcos podían, pero al recordar la cantidad de habilidades y comportamiento que este demostró al luchar con el pequeño jefe, pensó que tal vez este humano fue educado por bestias mágicas y emulo sus habilidades y destrezas de alguna manera, ella sabía que este humano era fuerte y que el echo de haberlo sometido solo fue suerte por parte del grupo de orcos, en todo el acribillamiento hacia el humano ella no había disparado una sola flecha, ella no quería lastimarlo, es más le dolía la idea de hacerlo, no sabía porque, no era miedo convencional ni nervios comunes, era algo más pero ella no lo identificaba, solo pensó en una cosa, que no quería lastimar al joven.

El Fuego Del Rey (Resubida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora