Sanzu Haruchiyo

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Y allí te encontrabas, sentada en la banqueta de un parque mientras fumabas un porro. Hace varios meses atrás habías probado marihuana en una fiesta, te gustó y desde allí no pudiste dejarlo, empezaste a probar otro tipo de drogas, aparte de que te gustaban te hacían olvidarte de todos los problemas que había en tu casa.

Tu distribuidor de drogas era un hombre de cabello rosado llamado Sanzu, era muy bien conocido por ser parte de Bonten, una de las pandillas de la mafia más grande, sinceramente no te importaba que fuera peligroso, con tal de que te vendiera tus drogas estabas más que satisfecha.

A lo largo de estos meses tu madre se dio cuenta de que consumías drogas, tuvieron una fuerte discusión y al final te dejó de dar dinero, tratabas de conseguir todo el dinero posible para comprar tus drogas, pero ya nadie te lo prestaba. Y fue allí que entraste en desesperación, acabaste de fumarte el último porro de marihuana, sentías que necesitabas más y la ansiedad por más droga era imparable.

Te levantaste de la banca y empezaste a caminar en dirección a la casa de tu distribuidor, una pequeña esperanza de que te fiara unas drogas estaba presente. Sin embargo, él era muy conocido por no hacer ese tipo de tratos, o le pagabas o no había drogas. Al llegar a su puerta respiraste hondo y golpeaste, el pelirosa abrió la puerta con una gran sonrisa en sus labios.

-Que sorpresa tenerte aquí mi querida adicta, dime ¿en qué te puedo ayudar? – Abrió un poco más la puerta viendo cómo te rascabas el brazo debido a la ansiedad.

-- Necesito algunas de tus pastillas...pero... no tengo dinero, me podrías fiar algunas por favor, te prometo que te las pagaré en una semana. – Dijiste algo nerviosa, no sabías como lo tomaría, solo esperabas que aceptara.

-- ¡Oh princesa!, sabes que no puedo hacer eso, o me pagas, o no hay pastillas para ti. – Su expresión cambió a una más seria, en ello sacó una funda de las pastillas de su bolsillo las movió en su mano para luego sacar una de ellas y ponerla en su boca, provocándote aun más.

-- Sanzu por favor de verdad las necesito, haré lo que sea, por favor ayúdame solo esta vez. – Dijiste con desesperación, mordías tus labios y tus brazos estaban rojos de lo tanto que te habías rascado.

-- ¿Lo que sea, dices? Que interesante... – Una sonrisa lujuriosa apareció en su rostro, sus ojos brillaban al divisarte de pies a cabeza. – Bien preciosa, pasa, hablaremos de cómo me pagarás. – Entraste sin dudar, la desesperación por tomar aun quesea una de esas pastillas hacía que no pensaras con claridad las cosas.

Una vez a dentro Sanzu te guio hasta la habitación, nuevamente sacó la bolsita de pastillas y la sostuvo en su mano, moviéndola de un lado a otro, se sentó al filo de la cama abriendo sus piernas. Lo miraste sorprendida, pero a la vez la situación te excitaba; siempre te pareció un chico guapo y ahora estabas parada frente a él, Sanzu viéndote como un león cuando va a comer a su presa y tú analizando que tendrías que hacer para conseguir tus pastillas.

--Bien mi querida drogadicta... esto es lo que harás. Si quieres conseguir estas pastillitas tendrás que hacerme sentir muy bien, si lo haces te daré tus pastillas y no tendrás que pagarme nada, pero si no lo logras harás todo lo que yo te diga y dependiendo de ello te daré algunas de las drogas. – Al escuchar tal propuesta tus mejillas se tiñeron de rojo, no es que nunca lo habías hecho, pero sentías que esta sería una experiencia diferente y sobre todo muy excitante.

-- Bien Sanzu, acepto. – Una sonrisa se formó en el rostro del pelirosa, se levantó de la cama e inmediatamente se acercó a ti acorralándote en la pared. Atacó tus labios con un beso fogoso y lleno de deseo, sus lenguas se entrelazaron entre sí, mientras que las manos de Sanzu recorrían las zonas más sensibles de tu cuerpo.

ONE SHOT -- Tokyo Revengers 🔞🖤🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora