-Oᴄᴜᴘᴀᴅᴏs

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A partir del momento que Molly supo de los horrocruxes que buscaría el cuarteto, mantuvo a Harry, Ron, Ginny y Hermione tan ocupados con los preparativos de la boda que los chicos casi no tuvieron tiempo ni para pensar

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A partir del momento que Molly supo de los horrocruxes que buscaría el cuarteto, mantuvo a Harry, Ron, Ginny y Hermione tan ocupados con los preparativos de la boda que los chicos casi no tuvieron tiempo ni para pensar. La explicación más benévola de ese comportamiento habría sido que quería distraerlos para que no pensaran en Ojoloco ni en los terrores de su reciente aventura. Sin embargo, cuando ya llevaban dos días limpiando cuberterías, agrupando por colores un montón de adornos, lazos y flores, desgnomizando el jardín y ayudándola a preparar grandes bandejas de canapés, Ginny sospechó que su madre tenía otras motivaciones, ya que todas las tareas que les asignaba los mantenían separados.

Tanto fue así que Harry no tuvo ocasión de volver a hablar con sus tres amigos a solas desde la primera noche, después de contarles que había visto cómo Voldemort torturaba a Ollivander.

—Me parece que mi madre confía en que si consigue impedir que estemos juntos y hagamos planes, podrá retrasar nuestra partida.—comentó Ginny en voz baja mientras preparaban la mesa para cenar la tercera noche después de su llegada.

—¿Y qué cree que va a pasar entonces?—murmuró Harry—. ¿Que alguien matará a Voldemort mientras ella nos tiene aquí preparando volovanes?

Sus miradas se cruzaron y Harry detectó algo más que sorpresa en el rostro de Ginny. De pronto él cayó en la cuenta de que era la primera vez que estaba a solas con ella desde aquellos momentos robados en rincones apartados de los jardines de Hogwarts, y tuvo la certeza de que Ginny también lo estaba pensando, se iban a besar cuando ambos dieron un respingo al sentir abrirse la puerta y entraron el señor Weasley, Kingsley y Bill.

Esa noche había tanta gente en la cocina que resultaba difícil manipular los tenedores y cuchillos. Harry se encontraba apretujado al lado de Ginny, y todo aquello que no habían llegado a decirse mientras preparaban la mesa le hizo desear que hubiera varios comensales entre ambos. Tenía que esforzarse tanto para no rozarle el brazo, que apenas podía cortar el pollo.

—A ver, Ron, ¿ya has limpiado a fondo tu habitación?

—¿Por qué?—exclamó éste y, dejando bruscamente la cuchara en el plato, miró a su madre—. ¿Por qué tengo que limpiar a fondo mi habitación? ¡A Harry y a mí nos gusta como está!

—Dentro de unos días, jovencito, tu hermano va a casarse en esta cas...

—¡Por el pellejo de Merlín! ¿Acaso va a casarse en mi habitación?—se soliviantó el chico—. ¡Pues no! Entonces ¿por qué...?

—No le hables así a tu madre.—zanjó el señor Weasley con firmeza—. Y haz lo que te ordenan.

Ron miró ceñudo a sus padres y luego atacó el resto de su tarta de manzana.

—Ya te ayudaré. Yo también la he ensuciado.—le comentó Harry, pero la señora Weasley lo oyó y dijo:

—No, Harry, querido. Prefiero que ayudes a Arthur a limpiar el gallinero. Ginny, haz un cuadro para la boda, por favor. Y a ti, Hermione, te estaría muy agradecida si cambiaras las sábanas para monsieur y madame Delacour; ya sabes que llegan por la mañana, a las once.

⁶𝙶𝚒𝚗𝚗𝚢 𝚢 𝚕𝚊𝚜 𝚛𝚎𝚕𝚒𝚚𝚞𝚒𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚖𝚞𝚎𝚛𝚝𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora