-Uɴᴀ ʙᴏᴅᴀ

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—¡Ginevra, querida!—gritó una anciana, la picuda nariz, los párpados de bordes rojizos y el sombrero rosa con plumas le conferían el aspecto de un flamenco enojado

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—¡Ginevra, querida!—gritó una anciana, la picuda nariz, los párpados de bordes rojizos y el sombrero rosa con plumas le conferían el aspecto de un flamenco enojado.

Ginny cerró los ojos un momento antes de girarse, —¡Tía Muriel!—abrió los brazos, —¿Qué tal?

Se sobó un poco las mejillas ahora rojas por la sobada de su tía.

—Ay querida, mírate ¡Qué guapa estás!—la hizo dar una pequeña vuelta, la chica agradeció y Muriel miró a Hermione, —¡Cielos! ¿Ésta es la hija de muggles?

—Tía.—empezó Ginny al ver a su amiga roja como tomate, —Ella se llama Hermione, y es mi mejor amiga, casi familia.

—Ay, hija, pero ¡Mírala! Tiene una mala postura y los tobillos flacuchos.—la miró con algo de repugnancia, —No puedo ver esto, me voy. Adiós, Ginny, querida.

Y se fue moviendo sus delgadas caderas. Sin decir nada, tomaron jugo de calabaza y luego caminaron hacia donde estaban Ron y Harry convertido en "el primo Barny"

—¡Están espectacular!—sonrió Ron hacia las chicas.

—Siempre ese tonito de sorpresa.—se quejó Hermione, pero sonrió. Lucía un vaporoso vestido de color lila con zapatos de tacón a juego, y el cabello liso y reluciente—. Pues tu tía abuela Muriel no opina como tú. Me la he encontrado en la casa cuando fue a darle la diadema a Fleur, y ha dicho: «¡Cielos! ¿Ésta es la hija de muggles?», y añadió que tengo «mala postura y los tobillos flacuchos».

—No te lo tomes como algo personal. Es grosera con todo el mundo —dijo Ron.

—¿Están hablando de Muriel? —preguntó George, que en ese momento salía con Fred de la carpa—. A mí acaba de decirme que tengo las orejas asimétricas. ¡Menuda arpía! Ojalá viviera todavía el viejo tío Bilius; te tronchabas con él en las bodas.

—¿No fue su tío Bilius el que vio un Grim y murió veinticuatro horas más tarde? —preguntó Hermione.

—Bueno, sí. Al final de su vida se volvió un poco raro —concedió George.

—Pero antes de que se le fuera la olla siempre era el alma de las fiestas —observó Fred—. Se bebía de un trago una botella entera de whisky de fuego, iba corriendo a la pista de baile, se recogía la túnica y se sacaba ramilletes de flores del...

—Sí, por lo que dices debió de ser un verdadero encanto —ironizó Hermione mientras Harry reía a carcajadas.

—Nunca se casó, no sé por qué —añadió Ron.

—Eres increíble —comentó Hermione. Todos reían y ninguno se fijó en los invitados que acababa de llegar, dos jóvenes morenos de gran nariz curvada y pobladas cejas negras, hasta que entregó su invitación a Ron y dijeron mirando a Ginny y Hermione:

—Están preciosas.

—¡Viktor!

—¡Álvaro!

Exclamaron ambas, Hermione soltó su bolsito bordado con cuentas, que al caer al suelo dio un fuerte golpe, desproporcionado para su tamaño. Se agachó ruborizada para recogerlo y balbuceó—: No sabía que...Vaya, me alegro de verte. ¿Cómo estás?

⁶𝙶𝚒𝚗𝚗𝚢 𝚢 𝚕𝚊𝚜 𝚛𝚎𝚕𝚒𝚚𝚞𝚒𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚖𝚞𝚎𝚛𝚝𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora