I-"La nueva casa"

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(El libro no está corregido, pero lo voy subiendo para que se guarde. cuando lo termine lo corregiré)

15 años, un colegio nuevo, familia acomodada y acostumbrado a ser el centro de atención. Definitivamente me va a costar hacer amigos, aunque bueno, desde que me cambié ese peinado feo a mi cortina todo mejoró en mi antiguo insti, con mi melena rubia clara y siendo guapo quizás... vale está claro que ese colegio pijo me ha afectado pero tío no estoy tan mal, a ver no creo que las tenga a todas detrás pero alguna cae fijo.

- ¡Logan, ha llegado tu amigo John!- me gritó mi madre desde la puerta.

Cuando me terminé de poner la sudadera mi puerta se abrió de golpe. Era John.

-¡No te vayas por favor!- me dijo llorando- ¡No me dejes solo, ya sabes como es la gente en el instituto cuando tu no vas!

John es mi amigo desde la infancia, es amable, delgado y dejando lo hetero un poco a parte es bastante guapo, es más nunca esta soltero pero tampoco tiene pareja, es como... no se tiene muchos ligues de una o dos noches pero nunca ha tenido una relación seria. Aunque no apoyo a los gays el me confesó que lo era, pero le tenía demasiado cariño como para dejarle de hablar y aunque al principio le dije que no se enamorase de mi como es normal, me fui acostumbrando a su condición y cada vez que venia a abrazarme llorando porque le han pegado a grito de maricón, yo lo escuchaba mientras el me abrazaba y al día siguiente iba con mis amigos a pegarle al descerebrado que le hizo aquello. Aunque esto hizo que mi posición en el colegio peligrase a las chicas les pareció muy tierno y se enamoraban más de mí, lo que terminó convirtiéndome en un sexsymbol para las chicas tanto por dentro como por fuera.

-John ya sabes que yo no me quiero ir a ese internado y que prefiero quedarme aquí contigo, pero a mi padre lo han trasladado a San Francisco y me tengo que ir de Massachusetts.

Si, efectivamente a mi padre lo han trasladado ni más ni menos que a 7 horas y media volando, lo que significa que no podré volver a mi querida y amada Massachusetts en mucho tiempo.

-¡Prométeme que me llamarás! ¡Y que me lo contarás todo!

-Vale, vale- dije con las manos levantadas- pero no grites que va a subir tu madre y te va a obligar a volver a tu casa.

-Pero quédate conmigo, ¡yo te adopto!- me dijo entre lágrimas y gritando

-Ojalá pero... .

Entonces  entró su madre y se lo llevó a rastras mientras le decía que no me lo hiciese más complicado. En realidad nunca le he caído bien o esa impresión me daba cada vez que me miraba. Me dijo que me lo pasase bien y se marcharon. Siempre ha sido de pocas palabras, pero se volvieron bordes cuando se enteró de lo de John. Si, efectivamente a el pobre le ha tocado una madre homófoba, pero ha tenido suerte de encontrarme a mi que aunque me de cosa que se enamore lo respeto y apoyo

***

Y ahí estaba yo, en el coche, viendo como toda mi infancia, felicidad, tristeza, recuerdos y vida se alejan con una cartel de "se vende" y yo no puedo hacer nada para impedirlo. Poco a poco esas casas idénticas se convirtieron en un aeropuerto lleno de gente feliz por su viaje y algunos como yo tristes por no volver, se que suena trágico pero es la verdad. Al entrar al avión después de pasar todos los controles busque mi asiento azul entre las paredes blancas del avión y el sonido de ese puto bebé que no se calla la boca, definitivamente no deberían dejar que los bebés viajen en avión y que si lo hacen se callen y nos dejen a los demás asimilar la mierda de vida que tenemos y no queremos aceptar.

***

Por fin se ha callado, ha costado una hora y media pero se ha dormido por fin y ahora pues me toca mi encontrar con que entretenerme porque no puedo usar el móvil y como soy hijo único no puedo fastidiar a ningún ser humano con facilidad. Intenté dormirme pero se me hizo imposible, el único entretenimiento que tuve fueron los cacahuetes que le compré a la azafata por los cuales me clavaron 2'5 dólares, y un jueguito si wifi que tenía en el móvil, era muy aburrido pero me sirvió para entretenerme es ese largo, tedioso y silencioso trayecto que cuando me di cuenta estaba despertándome mi padre, diciéndome que ya habíamos llegado a nuestro destino, con una sonrisa en la boca, su canoso pelo de cuarentón despeinado y ofreciéndome su gran y peluda mano para levantarme la cual acepté.

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