Acto 1 Escena 1: Entra Donghyuck
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JAEMIN
NOMIS
Jaemin pierde la cuenta de los días. Los minutos se convierten en horas, los días en noches. El desgaste mental que el hambre, el dolor y el aislamiento provocan en alguien es morbosamente fenomenal. Jaemin intenta ser consciente de ello mediante una larga serie de mentiras. Pero hay un número limitado de mentiras que puede alimentar para acallar las voces de su cabeza.
Se está quedando sin esas mentiras, si es honesto consigo mismo.
Chenle trajo otra cabra a mi barco. Debería comprarle una granja.
Tan conmocionado como está, Jaemin no está perdido. No completamente. Tiene el broche de Renjun para agradecer esta pequeña misericordia. Sus brazos cuelgan con cadenas sobre su cabeza, y sus piernas están encadenadas a la pared contra la que permanece en esta celda húmeda y mohosa. Pero lo único que tiene que hacer Jaemin es inclinarse ligeramente hacia delante, hasta donde le permitan las cadenas, para sentir el broche rozando su pecho. Todavía está ahí. Renjun sigue ahí.
¿O es sólo otra mentira que se dice a sí mismo? No puede distinguirlo estos días.
Lo cual, contra todo sentido, es algo bueno, se dice Jaemin. Debería estar aterrorizado, y lo está, pero descuidadamente deja que la preocupación lo consuma. Lo abraza, casi. Se preocupa por su tripulación. Mark estaría luchando para mantener una apariencia de orden porque ese es el tipo de hombre que es, y Jaemin puede confiar en él para cuidar de los demás. Pero se preocupa de todos modos. Como mínimo, sólo espera que todos coman y descansen, y que se mantengan alejados de otros peligros.
Los extraña. Jaemin extraña despertarse en su barco, en algún lugar en medio del océano, sintiéndose libre e imparable. Extraña la fuerte risa de Chenle, las quejas de Jisung. Jaemin extraña bajar las velas al lado de Shotaro y enseñarle a Sungchan cómo apuntar correctamente. Incluso extraña las bromas mal sincronizadas de Yangyang y las miradas cansadas de Mark. Su único consuelo proviene de saber que todos tienen un latido en sus corazones, y eso es suficiente. Estará en paz si tienen corazones que laten.
Jaemin no se arrepiente de su elección. Nunca lo hará. Si tuviera que sacrificarse para asegurarse de que aquellos a los que ama más que a sí mismo permanecen a salvo y vivos, Jaemin se entregaría una y otra vez. No se arrepiente de la elección, pero lamenta el tiempo perdido. Se le hace un nudo en el estómago al pensar en separarse para siempre, por no haber tenido tiempo de demostrar lo agradecido que está por su nueva familia. Sobre todo, Jaemin lamenta el tiempo perdido con Renjun. Los momentos de tranquilidad en los que Renjun le hablaba como si fuera una sola estrella encendida en el cielo y Jaemin no podía hacer nada más que detenerse y observar con toda su atención. Quiere más de esos momentos. Quiere tomar la mano de Renjun cuando esté asustado, mostrarle el mundo desde su barco, señalarle las constelaciones de estrellas y contarle las interminables historias del mar. Quiere a Jaemin y Renjun y nada más en el medio. Quiere un final feliz.
Nada le duele más a Jaemin que saber que nunca podrá tener eso.
Un pirata y un príncipe. Nunca estuvo destinado ser verdad.
Renjun estará aquí. Verdad. Mentira. ¿Qué opinas, cabra de Chenle?
Tal vez sea lo mejor, este juego de mentira y verdad que juega. De esta manera, puede concentrar toda su energía y pensamientos en identificar la mentira y la verdad en lugar de mirar con horror la cantidad de sangre que mancha la parte delantera de su camisa. En lugar de notar cómo cada respiración que toma le pincha las costillas como un cuchillo caliente que se desliza entre sus huesos y se retuerce con un tirón. Jaemin preferiría escudriñar en la turbia neblina de su mente que ser consciente de todos los moretones, los cortes, cada lesión en su cuerpo que lo hace estremecerse y contener gritos de agonía.
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Dropping Glasses Just to Hear Them Break ›› renmin
FanfictionRenjun se burla: ―¿Qué vista? ¿Esas gigantescas bolas de gas tan lejanas que nunca podremos verlas como más que algo brillante en el cielo? Jaemin mira al príncipe desde su posición en la cubierta. Se había sentado a su lado, las rodillas le llegaba...