Capítulo 1

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Taeyong es un maestro negociador disfrazado de un cachorro inocente


RENJUN

NOMIS

No es su sirviente quien lo despierta por la mañana, ni los molestos gorriones que cantan incesantemente antes del amanecer. Lo que despierta al príncipe Renjun es el sonido de la campana, sordo, sin vida, apenas lo suficiente mordaz para cortar la brumosa mañana. Pronto lloverá, si las nubes oscuras son un indicio. Renjun se muerde el labio bajo las sábanas.

La maldición real. Algo siempre salía mal cuando llovía en el reino. Un voto equivocado, el rechazo de una alianza que se necesita desesperadamente, una muerte. Su madre había muerto en un día lluvioso de abril. Cuando llueve, un miembro de la realeza está teniendo un mal día en algún lugar.

Aún no llovía. No había sonido de las gotas de lluvia. Tal vez la tormenta pase y Renjun tome una siesta más tarde.

Pero en el momento de silencio entre cada campanada, Renjun se ve obligado a escuchar los estruendos apagados. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete.

Luego hay silencio.

Renjun se incorpora lentamente, con los dedos envueltos en las sábanas.

Siete campanadas. Había escuchado siete campanadas una vez en su vida, cuando su madre había muerto. Siete campanas y el escudo familiar de su madre, un broche con un fénix en el centro, cayó en sus manos temblorosas.

Mira por la ventana. Las primeras gotas de lluvia comienzan a caer, deslizándose por los grandes ventanales.

El rey está muerto.

****

El príncipe Renjun, de la línea familiar Huang, está sentado en su estudio privado, con su ropa mojada convertida en un verde oscuro; los colores de luto del imperio Nomis. No se molesta en cambiarse. Renjun se frota las sienes, agradecido por este momento de calma, absorbiendo el constante sonido de la lluvia que golpea su ventana. Había estado rodeado todo el día de gente afligida bajo la lluvia, y se imagina de que este es el destino, ofreciéndole el último pedazo de esperanza.

Toma un sorbo de su té frío y se pregunta cómo sigue de pie. Lleva despierto desde la semana pasada. ¿Cuatro días? ¿Cinco? No puede recordar, y sinceramente, siente que ha vivido varias vidas desde la última vez que durmió más de tres horas.

En algún momento de la semana pasada, todo el imperio se sumió en luto, sosteniendo en alto banderas verdes con el escudo familiar desde cada techo. Serpientes doradas gemelas. Retorciéndose y enrollándose una alrededor de la otra, preparándose para el golpe que nunca llegaría. Es apropiado, piensa Renjun, mirando desde su estudio a la ciudad, al otro lado de los terrenos del palacio, luciendo esas banderas, mojadas y sin fuerzas bajo la lluvia. Este reino se construyó sobre el libertinaje, el recelo, la política de trastienda, y los borrachos demasiado dispuestos a dejar escapar secretos. Un reino con raíces en el fraude, la riqueza cayendo en todas las manos equivocadas, la juventud corriendo con salvaje abandono mientras sus padres enfermos yacen en camas antes de que ellos se acuesten en las barcazas de la muerte.

Las serpientes son lo que trajo este reino arriba. Y las serpientes son las que lo mantendrán vivo.

—Su alteza.

Cierto. Cierto. Lo llaman así ahora. Ya no, mi príncipe. No es que fuera importante. Era el cuarto en la línea de sucesión al trono.

Dropping Glasses Just to Hear Them Break ›› renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora