Munay

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Narra Vanesa:

Lo prometimos y cumplimos, antes del mediodía llegué a casa, sola porque Ana prefirió quedarse en el recinto para tener todo bajo control. Mónica y su madre no estaban en el salón, así que subí las escaleras y al pasar por mi habitación oí el sonido de la ducha, <<seguramente es María>> pensé al oír música proveniente de la habitación de al lado.
Me acerqué a la puerta y estaba sonando una de Sabina, sonreí al darme cuenta quién estaba dentro así que golpeé.

-Ya voy mamá- gritó Mónica desde adentro. No respondí, me hizo gracia que creyera que soy su madre. Abrió la puerta muy apurada y se sorprendió al verme.

-Vane- dijo con una sonrisa, tapándose, estaba envuelta en una toalla y su pelo aún mojado.

-¿Te estabas duchando?- pregunté alzando las cejas. Intenté disimular pero recorrí todo su cuerpo con mis ojos.

-Si, recién salgo. Creí que eras mi madre- susurró asomando su cabeza para mirar por el pasillo.

-Recién pase por ahí y creo que tu madre está duchándose- comencé a acercarme lentamente y ella no dejaba de sonreír pícara.

-Ven aquí- me tiró de la camiseta y me metió en la habitación.

Cerró la puerta detrás de mí y me besó. Nuestras bocas desesperadas se encontraron, por fin. Mis manos fueron directas a su cintura y las suyas a mi cuello. Estábamos disfrutando y acabando con las ganas que aguantamos desde esta mañana. Nuestras lenguas comenzaron a intensificar el beso y de un impulso la dejé apoyada contra la pared. La idea de tenerla solo envuelta en una toalla me volvía loca, nuestras manos inquietas comenzaron a jugar y las mías se colaron por debajo de la tela, cuando estaba a punto de quitársela, me frenó.

-Vane, espera- dijo agitada y muy sonrojada. -Puede entrar mi mamá en cualquier momento- decía con la voz entrecortada mientras mi boca besaba su cuello. -Vane- repitió.

-Si, lo sé. Lo siento- dije acalorada sobre sus labios.

-Me muero de ganas pero me moriré de vergüenza si nos descubre en esta situación- dijo abriendo sus ojos muy graciosa.

-Gracias por venir- susurré sobre sus labios.

-Gracias a ti por invitarnos- me devolvió con una sonrisa.

-Ahora si- la besé. -me voy- volví a besarla. -Vístete que nos vamos a almorzar- dije guiñándole un ojo y me di la vuelta para salir de la habitación.

-Espera- soltó cogiendo mi brazo. -Te quiero- dijo antes de besarme. Me impactó, ya nos habíamos dicho te quiero pero por mensajes, nunca en persona. Verdaderamente me dejó atontada.

-Y yo te quiero a ti Carrillo- fue lo único que pude decir antes de volver a besarla.

Se escuchó el sonido de la puerta de mi habitación y nos separamos rápidamente, salí casi corriendo y la madre de Mónica estaba bajando las escaleras. Suspiré, no me vió salir de la habitación de su hija.

-Ya estoy en casa, María- dije bajando detrás suyo.

-Ah hola hija, ¿como ha ido?- me preguntó abrazándose a mi brazo.

-Bien, quedó todo de maravilla- le respondí con una sonrisa. -¿Te apetece ir a almorzar?- pregunté.

-Claro, Mónica estará duchándose aun. No veas la chiquilla las horas que pasa dentro del baño- dijo muy graciosa haciéndome reír.

-Y la belleza que no se le va- le respondí bromeando mientras nos sentábamos en el sofá.

-Gracias- me dijo susurrando, mirándome muy seria.

CUESTIÓN DE PIEL - VANICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora