Parte siete

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Eric se detuvo en el acceso al Bosque Oscuro, observando las sombras que acechaban entre los árboles. Había estado allí antes, pero nunca se había adentrado más de cuarenta metros. Su última visita había sido después de que la reina tomara el poder. Los alimentos escaseaban y él seguía el rastro de un cervatillo a través de un claro, cuando el animal desapareció entre los remolinos de bruma. Todos en la aldea sabían que el Bosque Oscuro se tragaba a los hombres. Todos habían oído hablar de gigantescas serpientes que se te enroscaban por las piernas, arrebatándote la vida lentamente, y de flores venenosas que te mataban con solo rozarlas. Pero Eric tenía el estómago vacío y resultaba difícil resistirse a la posibilidad de conseguir carne para una semana.
A los pocos minutos de adentrarse en la niebla, le picó una araña. Era una gigantesca criatura de color rojo y gris que había caído de uno de los árboles. Ni siquiera notó su presencia hasta que estuvo encima de él. Tardó tres semanas en recuperarse. La carne en torno a la picadura se le descompuso y la fiebre, que aumentaba día tras día, le duró casi una semana y le provocaba violentas convulsiones que le despertaban por la noche. Había jurado que nunca regresaría.

Pero en aquel momento, después de transitar por su propio infierno, el Bosque Oscuro no parecía tan amenazador. Estaba solo, nadie le esperaba en la taberna y todo lo que aquel lugar podía arrebatarle ya lo había perdido.

-Haced exactamente lo mismo que yo -le dijo a Finn, que se encontraba tras él junto a cuatro de sus soldados. Todos sudaban a chorros y tenían el rostro pálido de miedo.
Eric avanzó hacia la niebla. Le temblaban las manos después de tantas horas sin echar un trago. Agarró la botella de grog que colgaba de su cintura, pero la dejó, considerando que no era buena idea. Ya lo celebraría cuando encontraran a la prisionera.

Después de caminar brevemente entre la arboleda, el terreno se volvió pantanoso. Eric se adentró en la ciénaga y pisó sobre una de las piedras musgosas que había frente a él. La roca se hundió un par de centímetros en el pantano, pero resultaba lo bastante firme para soportar su peso. Luego pisó sobre otra piedra y sobre otra, escuchando el quedo chapoteo del barro bajo sus pies. Aquella tierra era venenosa, lo supo por los huesos de pequeños animales que sobresalían del fondo. Finn avanzaba tras él y, a continuación, sus hombres. Siguieron adelante en silencio, atravesando el gigantesco pantano de piedra en piedra
Eric lo cruzó el primero y luego se volvió para ayudar a los demás a alcanzar terreno firme. Por encima de ellos, volaban en círculos unos gigantescos pájaros. Uno de ellos se lanzó en picado y pasó rozando la cabeza de un soldado. Eric escuchó con atención entre los árboles, tratando de distinguir chasquidos de ramas o susurros de hojas. Solo oía los extraños sonidos del bosque. La gente aseguraba que aquella espesura se alimentaba de las debilidades de los hombres y que las fuerzas oscuras te atraían al descubrir tus anhelos más profundos. Mientras avanzaba al acecho, las palabras le resultaban ininteligibles, pero podía escuchar voces tenues entre los árboles.

Finn pasó junto a él y se dirigió hacia una zona llena de setas, pero Eric le agarró el brazo.

-Haced exactamente lo mismo que yo -insistió. Entonces, alzó su camisa sudorosa por encima del chaleco de cuero para cubrirse la nariz y la boca. Finn y sus hombres le imitaron.

A medida que avanzaban entre los hongos, el polen volaba a su alrededor y parte del polvo amarillo se les pegaba en el rostro y el pelo. Eric se arrodilló para examinar unas setas aplastadas que había a sus pies. Localizó toda una hilera que salía del prado y se internaba entre unos delgados árboles. Apartó algunas setas y descubrió una huella solitaria sobre el terreno.

Fijó la mirada en los árboles que había frente a él. Algo se movía tras ellos. Estaba tan concentrado que no percibió que uno de los hombres de Finn se había alejado hacia el extremo opuesto del campo, donde había una laguna que reflejaba el cielo grisáceo. Eric se volvió justo en el instante en que una misteriosa criatura emergía de sus profundidades y arponeaba al soldado en el pecho con su cola espinosa. En unos segundos arrastró al hombre, cuya espalda desapareció bajo la superficie vítrea.

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2022 ⏰

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Blancanieves y la leyenda del cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora