𝑍𝑜𝑟𝑜 𝑦 𝑒𝑙 𝑠𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑎𝑟𝑖𝑚𝑜𝑠

VII

En la superficie todo era un desastre, el mar estaba furioso, todo era un caos. Gigantescas olas aparecian y hacian ver que la costa pronto podria desaparecer.

Sanji estaba muy preocupado, despertar después de casi morir asfixiado lo tenía con los nervios de punta y ver como el océano estaba y saber que ya el pequeño Marimo no estaba cerca, todo esto era mucho para el. El niño de cabellera amarilla salió de su casa para poder encontrar a su amigo, no sabía si estaba bien o que fue lo que paso, no recordaba nada, todo en su mente era tan borroso.

Zoro, nuestro pequeño marimo, corría por encima de las olas con ayuda de sus hermanos, era tan divertido pues no estaba consciente de lo que había provocado en el mar. Corría y corría hasta que al fin a lo lejos pudo ver a un pequeño niño de rubios cabellos, aceleró sus pasos hasta estar frente a frente de aquel amigo que lo quiera tanto.

   — ¡Sanjiii!.

   — ¡Zoroooo!.

Al fin se pudieron ver, cada uno gritaba el nombre del otro, estaban felices de verse de nuevo, en especial Sanji estaba feliz y en parte tranquilo, aunque esas gigantescas olas que venían hacia el lo hicieron correr hacia su casa para estar seguro.

   — Gracias hermanos por ayudarme, enserió muchas gracias, Sanji es un niño genial y en parte me gusta estar con el, perdón por dejarlos solos en el mar con ese señor quien dice ser nuestro padre pero les prometo que los visitaré.

   — Se felizzz, hermano — gritaban todos los pequeños marimos.

Y con una gran sonrisa Zoro se despidió de ellos, fue corriendo a casa de Sanji pues vio que se asusto por las olas pero al llegar no lo encontró.

   —¿Dónde se pudo a ver metido ese niño? — habló Zoro.

   — Vaya, vaya, ¿cómo estás hijo mío?, creo que te había dicho que no me hablaras o comportaras de mala manera conmigo, ¿verdad?.

   — ¡Tú!, ¿qué haces aquí?, suelta a Sanji, ¡QUE LO SUELTES!.

   — ¡Te advertí que no me hablaras así! — dicho esto Mihawk encerró a Sanji en una burbuja que cada vez se llenaba de agua, el rostro de Zoro al ver esto no tenía descripción alguna, ¿cómo era posible que alguién mayor pudiera hacerlo eso a un niño?, estaba asqueado por tal comportamiento y muy molesto, pues no le gustaba que nadie se metiera con su amigo.

   — ¿Qué estás haciendo? — habló Zoro entre dientes.

   — Oh vamos, es solo un pequeño juego, solo debes regresar a nuestra hogar y yo lo dejo libre, entre más demores en volver más tiempo permanecerá aquí y por desgracia de ahogara, vamos, piénsalo con cuidado, de ti depende su vida....

CONTINUARÁ~