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⊹ ᨘ໑ ¡ jeno es sinónimo de perfección.
jaemin, bueno, tiene un defecto, y no es el defecto que primero vas a notar, es sarcástico y su humor negro llega a ser algo desesperante, sólo es un escudo porque sabe lo cruel que la ge...
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Hablemos nuevamente del tiempo.
Lo rápido que pasa cuando eres feliz.
No hay una respuesta exacta para eso, o por qué pasa, simplemente es algo que sucede, Jaemin se perdió en sus pensamientos mientras se cepillaba los dientes, ni siquiera recordaba en qué momento se terminó sentando en el retrete, hasta que un poco de agua cayó sobre su cara.
-Hey, mi vida. ¿Qué pasa?
-Sólo, me di cuenta de lo rápido que el tiempo ha pasado.
-Papi, papi, mira lo que puedo hacer.
Sus dos hijas estaban en la bañera con Jeno, tomaban un baño juntos al menos una vez a la semana, era los días favoritos del más alto porque compartía un momento especial con sus hijas, Femi tenía ya cinco años y la pequeña Harumi tenía dos años y medio, esta obtuvo el nombre de Harumi porque nació en primavera, las dos niñas eran una réplica exacta de menor estatura de Jeno, a excepción de que Harumi tenía el cabello muy lacio y los ojos más rasgados como los de su papá Nana. El de menor estatura se dedicó a admirar la escena que tenía en frente, las personas que más amaba en el mundo estaban ahí, dentro de una tina y, claro, dentro de su corazón, sin olvidar a su pequeña mascota que en realidad era algo así como su tercer hijo.
Después del baño, Jeno se dedicó a vestir a sus pequeñas hijas para acostarlas a dormir, les puso sus pijamas de conejos y, después de peinarlas, dejó un beso en la frente de cada una y las acostó.
-Papi, quiero un cuento.
-Cuento. - Secundó la menor.
-Bien, ¿cuál quieren?
-El del príncipe ciego.
-Ciego. - Dijo Harumi levantando sus manitas.
-Está bien, erase una vez, hace muchos años, un príncipe habitaba en un castillo, él era muy gruñón y enojón.
-¿Como papi Nana? - Preguntó Femi.
-No tienes idea, bien, el príncipe era gruñón porque no podía ver nada y creía que nadie lo querría, pero lo que nuestro amado príncipe no sabía era que en realidad había mucha gente que sí lo quería, un día y sin previo aviso, a su vida llegó un plebeyo montado en su caballo blanco, el plebeyo estaba dispuesto a enamorar al príncipe ciego, cosa que no era nada fácil, el plebeyo tuvo que hacer mucho para enamorar a su príncipe, pero sobre todo tuvo que ser perseverante, el plebeyo se encargaba de demostrarle a su príncipe cuánto le quería con cada una de sus acciones y de sus palabras, cuando menos se lo esperó, el príncipe estaba muy enamorado de él, con la fuerza de su amor el príncipe pudo volver a recuperar ver una vez más su vista y así fue como vivieron felices por siempre, ahora sí princesas, ustedes tienen que dormir.
