Epílogo

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Cinco años después

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Cinco años después...

— ¡Y volvemos al inicio! ¿En serio piensas que matándote de hambre lograras salir de aquí? Estás muy, pero muy equivocada si ese es tu plan. Ni muerta saldrás de aquí, entiéndelo — Agnis habló con mucha determinación mientras miraba a Bessie.

Bessie, por supuesto, no dijo nada; ella solo opinaba que la muerte sería su mejor opción para escapar de Agnis, pero no lo hacía por Amaris.

El amor que sentía por su hija es lo único que la ha mantenido viva por cinco largos años.

— Llevas una semana sin comer y no hablas — le recordó Agnis —. No sé a qué juegas, pero no vas a ganar. Si no quieres comer, está bien, no voy a obligarte, pero si mueres jamás podrás ver a tu hija.

Esas palabras llamaron la atención de Bessie quien reaccionó al instante.

— Si comes, solo sí comes, digamos que... quizá, podría... pensar, seriamente, en dejar que la veas por un momento.

Pero Agnis no iba a dejar que Bessie viera a Amaris, él únicamente lo decía para poder manipularla.

— ¿Hablas en serio? — preguntó Bessie, y su voz sonaba seca.

— Sí — mintió.

— ¿Qué me garantiza que me dices la verdad? — cuestionó Bessie.

— ¿Qué gano mintiéndote? Ya conseguí lo que quería, todo, lo que quería —recalcó —. Estás aquí con ganas de querer morir a cada segundo que pasa, todos allá afuera creen que estás muerta, tengo demasiado poder, y tengo el poder sobre ti, yo no puedo pedir más.

— No te creo nada — gruñó Bessie asqueada, por la presencia de Agnis.

Ella sabía que Agnis mentía, pero aun así una parte de ella quería creerle.

Bessie quería creerle a ese monstruo, pero sabía que ilusionarse no le haría nada bien, puesto que eso solo haría que las esperanzas que tenía de ver nuevamente a su hija disminuyeran.

— Créeme — esbozó una sonrisa torcida —, así como cuando me creíste que te amaba.

Bessie se acercó a los barrotes, furiosa, la fuerza con la que se levantó y se inclinó hizo que las cadenas la lastimaran, otra vez. Ella tenía heridas y roces provocados por las cadenas que estaban sujetas a sus pies y manos. Hace dos años, tenía una en el cuello, pero se la quitaron, dejándole únicamente la de los pies y manos.

EL KARMA DE LA EMPERATRIZ © [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora