Cap. 7 La taberna

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Bessie Markness

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Bessie Markness

No es extraño que dos jóvenes son príncipes y, además, herederos al trono se conozcan; lo extraño es la manera en la que se conocieron, porque cualquiera podría suponer que se conocieron mientras realizaban diligencias oficiales, pero no. No fue así.

Resulta que Agnis y Klein se conocieron dentro de una taberna.

Un poco raro, ¿no? Incluso me contaron la historia de cómo se conocieron...

Un día, Klein de regreso de un viaje que había llevado a cabo por semanas, entró en una taberna que se encontró en el camino, y al ser el heredero al trono se le prohíbe visitar o entrar a esos lugares, porque, después de todo, esos lugares son de mala muerte, pero eso a él no le importó. De todos modos, según él, pocas personas lo conocían.

Se sentó en la barra de enfrente y pidió una cerveza de raíz. Muchos de los hombres que estaban ahí eran bandidos, cazarrecompensas, estafadores, borrachos sin ningún oficio, etc. Era extraño que un joven que no parecía un ladrón ni un estafador visitara un lugar de esos.

Minutos después apareció Agnis, se sentó en la barra y pidió una cereza, al igual que Klein. Ninguno de los dos se dirigió la palabra, menos una simple mirada, cada uno en su mundo. Un hombre enorme y borracho se acercó a Agnis, le exigió de mala manera que le entregara todo el dinero que poseía en esos momentos, Agnis por supuesto lo ignoró, y el hombre al ver tal desprecio dio paso a su furia, lo que dio como resultado que el tipo borracho quisiera golpearlo hasta herirlo.

Agnis al ser más ágil, noqueó de un solo golpe al sujeto cuando este trató de abalanzarse sobre él. Agnis se dio la vuelta y siguió tomando de su jarra y en el momento menos inesperado un tipo caminó hacia él sigilosamente y Agnis no tenía ni la menor idea, de que el tipo planeaba atacarlo por la espalda, cuando el tipo parecía que iba a tener éxito, Klein sacó su espada y la colocó en su garganta sin moverse o pararse de su asiento, así de ágil es el príncipe Klein.

El tipo fingió demencia, retrocedió y después de tal escena nadie se acercó a ellos, porque quién lo hiciera terminaría muy mal. Klein salvó a Agnis dentro de una taberna, después de ello, se reencontraron de nuevo en un asunto oficial entre ambos imperios, se reconocieron inmediatamente y la amistad surgió entre ellos, de una de las formas más extrañas.

En la taberna las únicas palabras que cruzaron fueron el «gracias» por parte de Agnis y el «no es nada» por parte de Klein, ambos salieron sin dirigirse la palabra una vez más. Nadie se imaginaría que lo que fue una simple coincidencia terminaría por darle paso a una gran amistad entre ambos.

— Nuestros padres aún creen que nos conocimos cuando oficiamos la exportación de calabazas a Rreiaxh — Agnis rio descaradamente.

— Creo que nuestros padres nos encerrarían a ambos por una semana en el calabozo, si supieran que frecuentamos una taberna — dijo Klein, divertido.

EL KARMA DE LA EMPERATRIZ © [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora