VIII

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Era la tarde del domingo y Sasha estaba afuera en su balcón, leyendo el periódico

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Era la tarde del domingo y Sasha estaba afuera en su balcón, leyendo el periódico. La de cabello oscuro no estaba ahí todavía, así que pensó que estaba libre. Sorbió su café, volteando otra página del periódico, leyendo sobre los eventos y tragedias que ocurrieron recientemente y no tan reciente en la ciudad de Los Ángeles.

—¡Sasha! ¡Yo tenía razón! ¡Está soleado afuera!—Marcy gritó detrás de ella. La Waybright gimió, poniendo su periódico abajo y poniéndose de pie.

—Marcy, de nuevo, ¿qué es lo que dice mi taza?

—¿Por qué eres tan gruñona todo el tiempo? ¡Estoy tratando de animarte!—La más bajita resopló, cruzando los brazos sobre el pecho y haciendo pucheros.

—¡Tal vez porque no dejas de ser tan jodidamente molesta y me estás alertando sobre el tiempo! Marcy, me importa dos mierdas lo del clima, es más, no podría importarme menos. Y tal vez porque no paras de pedir que me despierte en la mitad de la noche para preguntarme sobre el clima, ¡qué molesta, por el amor de Dios!—Le exclamó.

Marcy desplegó sus brazos y su puchero se convirtió en una pequeña mueca. Su cuerpo quedó inerte y dejó caer la cabeza. Sasha inhaló, mirando a la chica de arriba abajo. Tal vez fue un poco demasiado dura.

—Mar...

—¡Podemos preguntar acerca de otras cosas, ¿sabes?! ¿Te gustaría eso? Podemos hablar de comida y de la ciudad; la moda y la música; ¡podemos hablar de los días de lluvia! ¿Eso es mejor, Sasha? ¿Eso haría que ya no estés de mal humor?—Preguntó estando aún más feliz que antes.

—Oh, frog.

—Oh, frog

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Sunny days | SasharcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora