Cuando llegamos a casa, Adriano aparcó en la acera. Bajé del auto y me dirigí casi corriendo hacia la puerta. No quería seguir cerca de él, después de lo que ocurrió ninguno de los dos se limitó a decir ni mu. No fue algo cómodo.
Cuando abro la puerta me encuentro con una gran sorpresa. Una gran sorpresa.
- ¿papá?
Se situaba en el comedor del centro de la sala cuando volteó a verme. Su expresión fue indescriptible y permaneció callado, como esperando el momento indicado.
¿Qué hacía aquí? se supone que no regresaría... ¿por qué ahora si quiere vernos?
- Robert...
La voz de mi madre resonó en la sala, fue lo único que se escuchó tras un largo silencio. Parecía nerviosa al hacer acto de presencia en nuestro encuentro.
- ¿qué hace él aquí, mamá?
- Lali...
- no finjas estar a mi lado cuando se muy bien que planificaste esto - oye, hija - dijo él - ¿hija? ¿Desde cuándo? ¿Desde que te pareció simpática la idea de tener una hija asesina? Te voy a pedir que no me vuelvas a llamar hija, así como hace tres años me pediste que no te volviera a llamar padre Sentí que lo apuñale, y sin más que decir, salí pitando a mi recamara.
¿Cómo se atrevía a llamarme hija? ¿Cómo podía ser mi madre tan tonta para caer en su sucio juego? ¿Cómo pude yo comportarme de esa manera tan cruel?
..
Solo faltaban horas para que comenzaran a llegar los invitados, se les había dicho que llegaran a las 7:30 pero como todo venezolano empezaron a llegar a las 8:30 de la noche.
Estaba súper emocionada, parecía un bebé jugando con la caja de un juguete.
La fiesta estaba quedando de lujo. Parecía mentira ¡todo esto por mí! ¡Por mis dieciséis!
La verdad... es que me parecía ridículo todo eso de las fiestas. Todo por alcanzar una edad, ¡solo es una edad! ¿Una gran fiesta por tener dieciséis? Bueno, en realidad debía ser la fiesta de los quince, pero dado el caso que en ese tiempo estaba aficionada con la serie estadounidense "90210" quería todo al estilo norteamericano y por eso decidí que mi fiesta sería al año siguiente, cuando tuviera dieciséis. Además, tendría un auto como obsequio, así que no cuestione más a lo referente a las fiestas.
- ¿quieres probar los canapés, Lal?
- mami, ya estás como papá. Mi nombre es muy corto como para que lo reduzcan ¿no crees?
- ni idea, solo sé que estos canapés están buenísimos - oye, ahora que estamos a solas, ¿me dirás la sorpresa de la tía Nora?
- ¿sabes guardar un secreto, verdad?
- obvio, claro - yo también. Así que prometí no decirte nada de nada - mamá...
- Lily...
- ¿Lily?
- sí. Así es como te voy a llamar ahora. No quieres que reduzca tu nombre, bueno, ahora serás Lily - bueno... mientras no me trates como una nena, todo bien - miren chicas, ¿qué tal me veo?
Al oír la voz de papá, mamá y yo volteamos al instante porque sabíamos que ya bajaría con el traje puesto. No habíamos visto el traje hasta ese mismo día porque papá estaba muy convencido de no necesitar ayuda para vestirse con onda.
- oh ¡maldita sea! - exclamó mamá, seguido de morderse la lengua por semejante palabrota. En ese tiempo papá y yo establecíamos un pacto con mamá que trataba de no decir más de cinco improperios al día o le hacíamos pagar durmiendo en el sofá. Mamá trabajaba como anfitriona principal de un McDonald's en Valencia. Y la frecuente clientela solían ser malcriados entre seis a nueve años, así que ya se imaginaran las chorradas mal influenciadas que decían.
- ¡mamá!
- aja, llevas cuatro. Una más y directo al sofá - no se vale, hoy es el día de Lali, así que ella decide si dejar a su pobre madre grosera dormir en el sofá - dijo mamá, fingiendo una devastadora tristeza - oh, bueno...
- Li, no te dejes engañar, por favor - eh... bueno. Hagamos algo, si el traje de papá llega a tres no me gusta, es él quien duerme en el sofá ¿va?
- aja, aja, vamos - dijo mamá emocionadísima - ja, dudo mucho que alguien voté por un no me gusta - dijo papá con aire de superioridad Veamos...
Mamá y yo levantamos los brazos izquierdos, desafiándolo - ¿Li?
- papá, perdona. Casi siempre estoy de tu lado - (jajaja) ¡toma! Sea quien entre a la cocina, votará y apuesto a que ese será el tercer voto, lo sé - dedujo mamá con una notable emoción Justo entonces, entra Chimaras, la ama de llaves.
- Chimaras, ¿qué opinas del traje de papá para bailar el vals?
Mamá le hace señas para que de un no me gusta y papá tan despistado no se dio cuenta.
- eh... no me parece tan lindo - al sofá - gritamos mamá y yo al unísono Después de risas tras risas, mamá tuvo que convencer a papá de que el traje estaba perfecto y con un like de más.
Estos eran de los momentos que más añoraba con mi familia. Una pequeña pero gran familia, o al menos eso creía.
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No hay título para la historia
Teen FictionLali Quintero, una venezolana. Adriano Puia, un boricua. No hay título para la historia, es un libro fresco y juvenil que nace de la historia de dos adolescentes latinoamericanos que no saben nada de la vida, pero ellos creen que sí. Cada uno con s...