2. Extraña comprensión

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—Uaaaaaah —Casi parecía una niña la persona que abrió sus ojos y luchó por ver algo entre la masa de cabello que los cubría. Las sábanas le dieron mucha pelea mientras trataba de levantarse con el mejor humor del mundo, algo inimaginable en aquel momento, cuando tenía marcas de haber dormido en sus brazos y algo de pelo en sus labios.

Misa deslizó sus pies en sus suaves pantuflas de algodón y apenas se esforzó por despegarlos del suelo para llegar al baño y, antes que nada, arreglar su aspecto. Luego salió, con una piel un poco menos pálida y unos ojos apenas más abiertos. Su cabello estaba peinado en una alta cola de caballo, aunque algo desordenada, si había que guiarse por los mechones sueltos que crecían en la parte baja de su cabeza y se escondían en su remera y aquellos otros que sobresalían en el mismo peinado pero aún manteniéndose.

La modelo se puso un atuendo menos arrugado, un pantalón gris ensanchado y una remera negra, y se dirigió a la cocina, donde apenas se sintió un poco más renovada mientras picaba frutas y hervía agua para hacer un té.

Le pidió a Rem que encendiera la tele, colocó su desayuno en frente de la misma y sacó una lapicera y el Death Note para hacer algo productivo mientras llenaba un poco su estómago vacío antes de la primera sesión de fotos del día.

La punta de la pluma contra el papel hizo un sonido que era música para sus oídos mientras anotaba cada criminal mencionado, cambiaba de canal, oía mencionar varios más, veía sus rostros y continuaba copiando sus nombres como si no tuviera otra cosa que hacer.

Para Light no tenía otra cosa interesante en qué pensar.

Los rayos de sol cayeron sobre su rostro inclinado, acariciándola casi con ternura. Se desparramaron por la habitación, pero hicieron hincapié en su asiento, donde sus dorados cabellos tocaban sus dedos, sus rasgos decididos así permanecían en su soledad.

Pasar este día podría haber sido algo sin importancia si Misa no hubiera sentido el repentino paso del tiempo en vez del gradual, como si su mente hubiera borrado las siguientes horas y ni siquiera quisiese advertirle. Pues parecía magia el que la habitación a su alrededor desaparecía junto con sus asientos, diseños de muebles y posiciones de los mismos y ella pasaba a sentir la brisa y el olor a aire fresco mientras forcejeaba con gente extraña antes de que le pusieran unas vendas negras al nivel de sus sienes. Eran incómodas de usar y le prohibían ver el paisaje rojo opaco que siempre veía. Parecía magia y así realmente lo había sentido Misa, llegando incluso a olvidar los aspectos irrelevantes de aquel día, que por supuesto eran casi todos.

Por muchas más horas Misa sintió la ausencia de los rayos de sol picando su piel; de Light, casi tan distante como para extrañarlo, cuyo brillo en su cuerpo rayaba a lo peligroso, atraía, fascinaba… Luego dejó de tener en mente lo que debía tener en mente, sus recuerdos de Light se volvieron extrañamente irreales y su deseo por salir se hizo más fuerte y desesperado que antes, cuando algo se lo impedía y ella no dudaba en mantenerse atrás y expectante, algo que no encajaba con ella ahora. ¡La habían secuestrado! No podía entender...

Eventualmente sus meses en la oscuridad debieron terminarse para hacerle espacio a la siguiente etapa de su vida, comenzando con la desaparición de su venda y su primer viaje al exterior en el que no esperaba a Light. El castaño ahora lucía cauteloso, tenía el cabello un poco largo y unos ligeros temblores en sus extremidades, como si esperara simplemente responder a cualquier cosa que sucediera (pero nunca podría, por supuesto, imaginar en aquella categoría a algo tan increíble como Shinigamis y cuadernos asesinos).

En Misa, en cambio, había una palidez un poco enfermiza en su cuerpo menudo y debía llevar puestos unos anteojos de lentes opacos para no dañar sus ojos con la luz a la que últimamente no se había expuesto. Sus rasgos faciales daban pista de que algo le faltaba y su postura tensa de su impulso por abalanzarse sobre Light.

—¿Papá? ¿Qué está pasando?

La confusión se abría paso sobre la pareja esposada al igual que los nervios sobre la rubia modelo, que balbuceó unas torpes disculpas hacia quien había pensado que solo era un acosador.

Nadie les dirigió una sola respuesta. Ambos tuvieron que meterse en un auto con solo la libertad de poder expresar toda pregunta que tuvieran en mente, las cuales eran muchas, muchísimas. Misa terminó apoyando su cabeza sobre el hombro de Light, ya sin los lentes, y viendo con los ojos entrecerrados el oscuro exterior mientras el castaño se inclinaba ligeramente sobre el asiento del piloto y se dedicaba a expresarle a su padre cuán agradable era la libertad para que acto seguido el aludido le soltara que los estaba llevando a su ejecución.

Entonces ambos clamaron su inocencia mientras Soichiro se largaba a hablar en un tono de voz poco propio de él y los dirigía fuera de la carretera para terminar de decidir que iba a matar a Light antes de suicidarse él mismo… Luego vendrían a llevarse a Misa para que sufriera el mismo o un peor destino.

—Light, hijo. Como asesinos que somos nos veremos en el infierno —Fueron sus últimas palabras antes de que el sonido de su disparo rebotara contra los oídos de Misa, cuyo grito destrozó aún más el silencio típico de la noche.

Cuando les fue revelado el engaño, Soichiro lo explicó, la mismísima voz de L les llegó, y a Light y a Misa se le ensancharon los ojos, Misa se apegó a Light y, una vez despojados de sus esposas, de camino a un lugar que no conocían para descansar del día claramente estresante antes de que el resto siguiera con lo que tenían planeado para ellos, ambos jóvenes cruzaron miradas que decían similitudes y se mantuvieron en un abrazo lateral hasta que tuvieron que bajar del auto.

[...]

—¡Light-kun! —Parecía que no iba a dejar de mover la mano por el aire, lado a lado dándole sus buenos días, y buenas tardes y noches de hoy, y de los días que siguieran y antecedieran a su próximo encuentro.

—Hola, Misa —La saludó desde el sillón de enfrente, sin siquiera prestar atención a la cadena que lo unía a L y al propio L, claro, que tenía que estar presente en cada momento que Light se sentía alejado de la investigación y cerca de un mundo ordinario y amigable.

Inconscientemente esbozaba el inicio de una sonrisa. Apoyaba una mejilla en la palma de su mano y clavaba sus ojos suavizados en los contornos de Misa, sus expresiones, su charla tonta y su optimismo contagioso.

Misa resplandecía. No era novedad ni durante la cotidianidad.

Light caía. Tampoco lo era, pero quizá sí para el resto, que apenas sí podía llegar a advertir la formación de una potencial relación romántica… una de verdad.

Ambos eran dos personas amnésicas con las que nadie se molestaba en empatizar. Y se tenían el uno al otro a pesar de la nula privacidad que poseían y los ojos clavados en su espalda que siempre percibían.

Y aunque Light no solía dedicarle un solo gesto a su supuesta novia mientras que ella no borraba la sonrisa de su rostro, Misa sabía que él no podía fingir algo que no había vivido y Light sabía que él era la única cara amigable para la rubia.

—¡Light! —La oyó, otro día, cuando ya junto con L se dirigía a la habitación que compartían así podía dormir mientras el detective mantenía una computadora encendida a pocos metros de distancia y el sonido de las teclas a un volumen normal hasta llegar a asimilarse, en la mente de Light, a su respiración acompasada.

El castaño bostezó y vagamente reparó en la presencia de la rubia y brillante modelo cuyo pequeño cuerpo se estrelló sin previo aviso contra su pecho.

—Oh —respiró él, y correspondió el repentino abrazo con su brazo sin esposas. Su pequeña nariz se sumergió en el dorado cabello de su novia y absorbió su dulce aroma mientras confundía sus entusiastas palabras y perdía el sentido de la orientación.

Eran estos momentos en los que su cercanía era notoria y su apoyo demasiado obvio.

—¡Es tan aburrido aquí! —Misa se separó solo unos pocos centímetros para visualizarlo y su puchero no ayudó a que Light la tomara en serio. Se rio levemente y cuando L comenzó a explicarle con sequedad a Misa el porqué se hallaba bajo su vigilancia al mismo tiempo que ella se volvía hacia el detective y repetía que no tenían nada que ver con el caso Kira, Light sintió que su día se completaba.

Nunca se preguntaban por qué no dejaban de ser novios.

Ambos simplemente se comprendían en un mundo injusto.

Es Light quien cae - Light x MisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora