cap 3.

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Ya estaba con Blackwell de camino a mi casa, él decidió acompañarme ya que según me podían robar o algo peor.

No sé que me iban a robar porque lo único que tengo es ganas de morirme y poca dignidad.

Cuando estamos al frente de la casa me percato que las luces no están encendidas.

- No hay nadie en tu casa- Dijo Blackwell.

- Al parecer mi padre y mi hermano no llegarán hoy.

- ¿Tu padre y tú hermano? - parecía confundido.

- Si, mi padre y mi hermano.

- Alysa ¿Quien te fue a buscar cuando saliste de la clínica?

- Mi padre, ¿Por que la pregunta?.

Parecía confundido, algo aturdido diría yo.

- Blackwell ¿Estas bien?.

- Si, tengo que irme.

Y se fue.

Así sin más.

¿Y mi besito de buenas noches?

¿Será que le bajó el periodo?

Si, aveces me creo muy graciosa.

Camine hasta la puerta y me adentre a la casa.

Fui hasta mi cuarto y me cambié para tener una ropa más cómoda, ya cambiada procedí a llamar a mi padre.

Un tono.

Dos tonos.

Tres tonos.

- ¿Pasa algo, Alysa?

- ¿Piensas llegar a tu casa?

- Dudo mucho que llegue hoy.

- Eres el mejor, gracias por la cálida bienvenida- dije claramente en sarcasmo.

- No intentes hacerme sentir mal.

- ¿Matías tampoco llega hoy?.

- Tal vez si, tal vez no. Sabes que con el nunca nada es certero.

- Como se nota que mi familia está feliz de verme.

- Alysa no te pongas a.....

Colgué la llamada.

Mi vida es un chiste pero no da risa.

(.......)

Eran las cinco de la tarde y apenas me estaba despertando ya que ayer me trasnoche leyendo un libro.

Me acosté como a las seis de la mañana pero en mi defensa el libro estaba muy bueno.

No me estaría despertando aún si un imbecil no estuviera tocando mi puerta, baje las escaleras como pude y al abrir la puerta veo al bipolar de Blackwell.

Resulta que el imbecil es Blackwell

¿Por que no me sorprende?

- ¿Que vergas quieres?.

Me miró con el ceño fruncido.

- ¿Por que tan molesta?

-  Blackwell, tengo sueño así que habla de una vez ¿Que quieres?.

- Solo te vengo a hacerte compañía - puso sonrisa como la de alguien que no parte ni un plato.

Le cerré la puerta en la cara.

Me di la media vuelta y cuando estaba a punto de irme gritó desde afuera.

- ¡TRAJE COMIDA!

Me devolví y abrí la puerta solo un poco para que mi cabeza estuviera a la vista.

Inexplicable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora