07- En el que nos enamoramos un poquito más

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-07-

En el que nos enamoramos un poquito más

KAT

Ella y Chase se miraron, confundidos.

Luego Kat volvió a mirar a su padre.

—Es una broma curiosa, doctor Pizarro —dijo Chase, que no estaba sonriendo.

—No es una broma, hijo. Es una petición real. Yo... los necesito. Necesito la ayuda de ambos.

Kat sintió que le zumbaban los oídos. Lentamente soltó la mano de su padre y se enderezó en la silla. Lo conocía lo suficiente para saber con certeza que no bromeaba.

—Pero... —de alguna forma, encontró su voz—. ¿Casarnos? Papá, no entiendo.

—Ni yo —dijo Chase, que se había echado completamente hacia atrás como si quisiera alejarse todo lo posible de la mesa.

El padre de Kat suspiró.

—Es... es un asunto un poco vergonzoso, pero seré completamente honesto con ambos porque es lo justo. Yo... tengo problemas. Graves. Hace... hace un par de años comencé a apostar. Se ha vuelto una especie de... adicción. Y cada vez he ido perdiendo más y más veces. Hace un par de semanas, en una de las carreras del club, le aposté una enorme cantidad de dinero al caballo equivocado y perdí.

Kat lo recordó de inmediato: había sido el día que ella y Chase fueron al club; había notado a su padre malhumorado y ausente luego de la carrera, supuso que se debía a la apuesta perdida, pero jamás creyó que aquella derrota derivaría en una petición como la de aquella noche.

—Y... —continuó—. Si no pago en seis meses, me embargarán gran parte de los bienes que tengo. Debo acreditar que no tengo lo necesario para pagar, y sólo así tal vez me dejarán en paz.

—¿Y qué tienen que ver sus problemas de apuestas con un posible matrimonio? —preguntó Chase. Kat jamás lo había visto dedicándole una mirada tan fría a su padre.

—Si tú y Kat se casan, yo podría cederles la mayoría de mis bienes como dote —levantó ambas manos cuando ella y Chase intentaron hablar al mismo tiempo—. Sé que suena anticuado, pero no lo es. Dar dotes es poco recurrente, pero sigue vigente. Muchas familias de la alta sociedad aun lo hacen. Si yo les entrego la mayoría de lo que tengo, podría acreditar que no poseo lo necesario para pagar la apuesta. Y eso me daría tiempo para buscar otras opciones que me saquen del lío.

—Lo que no entiendo es por qué debe haber un matrimonio. ¿Por qué no le cede a Kat lo que tiene y fin del asunto? —preguntó Chase.

Kat tampoco entendía. Lo que su padre les intentaba explicar era más que confuso.

—No es tan simple. Sabrían que le entregué todo a Kat por la deuda. Y eso, en el futuro, me traería aún más problemas. La dote es la excusa perfecta, algo completamente legal, un regalo para mi hija y su esposo. Las personas a las que les debo... son bastante aristocráticos y entenderán perfectamente.

Chase movió la cabeza. Kat no sabía qué decir.

—Lo que nos está queriendo decir, es que quiere usarnos como excusa para no pagar la deuda.

—Chase, debo muchísimo dinero. Tengo lo suficiente para pagarlo, pero si lo hago, quedaré en la ruina.

A esas palabras les siguió un silencio tenso. Kat sentía que todo lo que había comido se había convertido en plomo en el interior de su estómago.

¿En serio estaban hablando de una posible boda?

—No sería un matrimonio de por vida, chicos —dijo su padre en un tono que pretendía ser compensatorio—. Luego de dos años casados, podrán divorciarse legalmente y si lo desean, nunca más tendrán que volver a verse.

Finge que me quieres © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora