2. La playa, el mar y bastardos extrañamente encantadores

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DÍA 2: Playa.

Shen Yuan siente la arena adherirse a sus pies descalzos cuando sale de casa.

El aire salado choca contra su rostro y remueve los mechones de su cabello, pero Shen Yuan no se molesta en apartarlos. Deja que se muevan libremente, mientras él respira profundamente e intenta calmar su mente nublada por el alcohol. Aún puede sentir la música fuerte retumbar en su cabeza.

Camina hasta la orilla, las olas crujiendo y chocando contra la costa. Sus pies se hunden en la arena húmeda y Shen Yuan encoge los dedos de los pies, sintiendo la textura suave acariciar su piel.

Una de las ventajas de vivir en un lugar como ese es poder disfrutar de la playa al anochecer, cuando el cielo se pinta de tonos naranjas y morados, el viento se vuelve más frío, las palmeras se mueven tranquilamente y no existe el bullicio de las personas alrededor; sólo el suspiro del mar.

El viento lleva el olor fresco del agua y la arena, y Shen Yuan se detiene un segundo para admirar la calma que se apodera de su cuerpo cuando está ahí.

Luego se sienta, sintiéndose completamente ido.

—¿No deberías estar adentro?

Entonces, a su lado, nota la presencia de alguien más.

Shang Qinghua le da una sonrisa de boca cerrada y se sienta a su lado, su cabello atado en una cola descuidada y su rostro sonrojado por el calor. Tiene una cerveza en la mano.

—Es molesto.

—Un cumpleañero al que no le gustan sus fiestas de cumpleaños y prefiere estar aislado en la playa. Poético, Hermano Pepino, muy poético —Shang Qinghua hace un ademán dramático con sus manos para enfatizar sus palabras.

A su lado, la persona ladea la cabeza con una mueca.

—Esta fiesta sólo es una excusa para que mi padre se encuentre con el señor Tian Lang en su reunión de negocios. Incluso invitó a su hijo.

Shen Yuan puso los ojos en blanco y Shang Qinghua aguantó a una risita.

—Pobre Binghe, yo creo que le agradaste. Te trajo un oso gigante que decía "te quiero" —sintió la mirada punzante de Shen Yuan a su lado y decidió que era mejor callarse. Instinto de supervivencia.

—Es lindo, pero... ya sabes, no soy de interactuar con mucha gente. Es tan servicial que se vuelve una molestia rápidamente.

—Así que escapaste.

Shen Yuan sólo emite un "Mn". Luego, ambos se quedan en silencio. Shang Qinghua le da un sorbo a su cerveza mientras Shen Yuan observa el cielo nocturno.

—¿Cómo vas con tu novela? —pregunta Shen Yuan, como si la idea hubiera llegado repentinamente a su cabeza y no quisiera dejarla escapar. Se gira un poco, observando a Shang Qinghua ponerse ligeramente nervioso.

Él abre la boca. La cierra. Muerde su labio y emite un suspiro.

—Uhm, pues, ¿bien? Está... bien, supongo —él dice. Da otro sorbo a su cerveza, y Shen Yuan puede percibir su incomodidad.

—¿Tomaste mis críticas en cuenta?

—Tal vez —Shang Qinghua se encoge de hombros.

—¿Me dejarás seguir siendo tu beta reader? —esta vez, Shen Yuan suaviza su voz.

Ha pasado un tiempo desde que Shang Qinghua y Shen Yuan se volvieron amigos. O lo más parecido a eso.

Shen Yuan lo conoció a través de este sitio de novelas online y pagó para leer sus escritos. Específicamente una novela amateur de harem con un protagonista gary stu y un montón de agujeros argumentales.

Él criticó lo que escribía, pero siguió pagando para leer el resto. Hasta que Shang Qinghua, harto de recibir críticas públicas constantemente, decidió llevar la fiesta en paz y le ofreció pasivo-agresivamente que se convirtiera en el beta reader de su próxima novela.

Eso pareció calmar las aguas, al menos por un momento.

Luego, se encontraron personalmente en la cafetería favorita de Shen Yuan, donde Shang Qinghua trabajaba a medio tiempo para pagar sus estudios. Y comenzaron a tener el hábito de verse al menos una vez a la semana. O, mejor dicho, Shang Qinghua creó el hábito de escabullirse en la casa de Shen Yuan y ser una molestia para el contrario.

Sin embargo, luego de que Shen Yuan leyera el borrador de su nueva novela (un danmei sobre un maestro de secta y su discípulo) y notara el increíble parecido que tenía este apuesto y frío Shen Qingqiu con él, Shang Qinghua evitó a toda costa enviar otro de sus borradores a Shen Yuan.

Lo cual dejó a un Shen Yuan bastante malhumorado y sintiéndose desplazado por su escritor favorito (aunque eso jamás se lo diría a Shang Qinghua; no quiere que se le suba a la cabeza).

Shen Yuan, en su pequeña cabeza atolondrada, sólo encontraba placer en pequeñas cosas, como leer literatura de mierda y quemarla públicamente. También disfrutaba criticar la literatura de mierda de su mejor amigo, pero últimamente y luego de un detalle que se salió de control, parecieron alejarse.

Eso lo mantuvo intrigado y algo triste al mismo tiempo. Por lo que espera una respuesta rápidamente, sus ojos fijos sobre su acompañante.

Shang Qinghua rasca su nuca, como si se lo estuviera pensando.

—Prometo no volver a criticar el parecido entre Shen Qingqiu y yo —gruñe Shen Yuan como una última súplica y Shang Qinghua no puede evitar pensar que se ve realmente lindo de esa manera.

Él asiente, —Mn. De acuerdo.

Entonces, Shen Yuan se relaja. Pero se relaja realmente.

—Por cierto, tengo un regalo para ti —dice Shang Qinghua. Saca una pequeña caja envuelta torpemente en un papel verde chillón y un listón rosa que lo sostiene y se la entrega.

Shen Yuan no menciona los colores que hacen doler la vista y la manera apresurada en la que envolvió todo por mera misericordia. Desenvuelve el regalo y abre la caja, sólo para encontrarse con un collar que tiene un pequeño dije de un avión de papel.

—Collares a juego —menciona Shang Qinghua, alzando su propio collar. Shen Yuan siente el color subir por su rostro cuando nota que el dije es un... tarro de pepinillos.

—Eres un bastardo hijo de puta —dice Shen Yuan, y entonces Shang Qinghua explota en carcajadas.

—Oh, Hermano Pepino, lo siento tanto. ¡Tenía que hacerlo!

—Cállate y ponmelo —sentencia Shen Yuan. Le entrega el collar a Shang Qinghua y se gira, esperando.

Siente el frío de las manos del contrario cuando coloca el collar en su cuello y comienza a ajustarlo.

Entonces, Shang Qinghua susurra, el aliento caliente y con toques de vodka chocando con su nuca: —Feliz cumpleaños, A-Yuan.

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