Kenny amaba muchas cosas de Butters. Pero nada se comparaba con el sentimiento que despertaba en él al ver al pequeño moverse al ritmo de la música.
A Butters le gustaba el ballet, sin embargo, sus padres le tenían prohibido practicarlo ya que no era "cosa de hombres".
Por suerte, Kenny no pensaba eso. Así que, desde que se volvieron más cercanos, Butters iba a casa de Kenny y trataba de aprender lo que podía viendo algunos vídeos en línea.
Y mientras Butters practicaba, Kenny llenaba su corazón observando cada frágil movimiento.
Aunque los movimientos del menor aún eran torpes y hasta cierto punto desastrosos, en su mirada determinada podía asomarse una sonrisa. Se sentía bien. Porque aunque sus pasos podían llegar a ser descuidados, con cada giro se sentía poderoso, y con cada desliz se sentía uno con la melodía.
Y a los ojos de Kenny, esa escena era preciosa.
— Gracias por dejarme practicar en tu casa, Ken. — Mirándolo con una sonrisa de agradecimiento mientras tomaba sus cosas y las guardaba en su mochila. Se hacía tarde.
— No tienes porqué agradecerme cada que vienes aquí, además, me gusta verte practicar. — Confesó. Desde que la presencia de Butters se había vuelto más frecuente en su día a día se comenzó a volver más hábil al hablar con él. Aunque también lo consideraba peligroso, pues a veces dejaba a la luz sentimientos que no debían ser expuestos. Al menos no aún.
— Sí, lo sé, pero igual siento la necesidad de hacerlo, eres el único que me apoya. Estoy seguro que si le hubiera pedido ayuda a cualquiera de los otros chicos con esto no solo se habrían burlado de mí, también me llamarían marica. — Desvió la mirada apenado.
— Eso es porque son unos idiotas. — Espetó con irritación. Aunque a decir verdad, Kenny agradecía que sus amigos fueran unos idiotas ya que así podía ver a Butters en otro lugar que no sea en la escuela.
— Sí, tienes razón. — Responde soltando una pequeña risa. — Nos vemos en la noche, Ken.
— ¿En la noche? A-Ah, sí, claro. — Miró hacía otro lado con nerviosismo rascando su nuca. La verdad es que no recordaba que iban a hacer mañana, no se suponía que Butters venga a practicar.
— ¿Lo olvidaste? — En ese momento el rostro de Kenny palideció al recordarlo.
Kenny vió el anuncio de que abriría un nuevo tipo de discoteca en South Park en el que las personas escuchan la música que quieran ya que todos tenían audífonos.
A el rubio miel no le hacía mucha ilusión la idea ya que ni siquiera sabía bailar, pero al ver que el anuncio de la calle captó la atención de Butters cuando caminaban juntos de regreso de la escuela pensó que sería una buena idea para poder tener un momento íntimo los dos.
Pero Kenny aún se ponía nervioso frente a Butters, así que había estado evadiendo pensar en su salida toda la semana, hasta que en efecto, lo olvidó.
— Pff. ¿Cómo crees que podría olvidar algo tan importante? Pasaré por ti a las ocho. — Le guiñó un ojo nervioso y le dedicó una media sonrisa. Al despedir a Butters fue corriendo a su habitación totalmente alarmado.
Ay, mierda.
La verdad es que él no acababa de comprender por qué se ponía tan nervioso. Ya habían salido en una cita, la cuál fue un desastre, pero fue una cita a fin de cuentas.
¿Entonces por qué sus nervios en lugar de mejorar seguían empeorando?
Quizás se estaba volviendo loco.
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Go For It, Kenny!ㅤ| Bunny SP
FanfictionKenny jamás había tenido el deseo de enamorarse o tener una pareja con la que compartir momentos íntimos que no sean sexo, y mucho menos pensó en enamorarse de alguien como él, sin embargo, sucedió. Ahora, sin tener ninguna experiencia en el amor, s...